Los socios del Liceo acordaron ayer la venta de su histórica sede de la calle Santa Eulalia al oftalmólogo José Antonio Lillo. Esta ha sido la decisión finalmente adoptada para evitar la desaparición de la sociedad, que este mismo mes de marzo cumple 110 años de historia. La Junta Directiva expuso a los asistentes a la Asamblea General Extraordinaria convocada ayer por la tarde los términos del acuerdo alcanzado previamente con el comprador, con el fin de ratificar la decisión.

Lillo posee dos clínicas, una en Don Benito y otra en Mérida. Se trata del Instituto de Oftalmología de Extremadura, en la avenida Reina Sofía. Pero es en Don Benito donde creó en 2009 FundArte Ocular que gestiona una importante colección de obras principalmente de pintores extremeños. Buena parte del inmueble se destinaría a albergar las piezas de la colección, con lo que la sede del Liceo mantendría así el fin cultural que los socios deseaban.

El intercambio se cifra en 1.225.000 euros, una cantidad muy por debajo de su valor de mercado. Sin embargo, es suficiente para afrontar la deuda de 850.000 euros que venía arrastrando la institución, garantizando así su continuidad al evitar el inminente embargo de sus bienes y su posterior subasta pública. El acuerdo --respaldado por unos 90 votos a favor, una abstención y ninguno en contra-- se produce tan solo unos días antes de que expirara el plazo dado por el Juzgado de lo Mercantil nº 1 de Badajoz para embargar los bienes de la sociedad para hacer frente a las cantidades que reclaman sus acreedores. La votación debe ahora superar el plazo establecido para posibles impugnaciones.

Los socios acordaron hace un año acudir a la ley concursal para ganar algo de tiempo con el fin de evitar la liquidación de sus bienes, y ese tiempo ya se ha agotado.

El acuerdo incluye el usufructo por parte de los socios de la entreplanta de Moreno de Vargas, de 350 metros cuadrados, y el local del restaurante conocido como La Bodeguilla. Este espacio es suficiente para que los socios, actualmente unos 250, puedan continuar con su actividad hasta la desaparición del Liceo --el más joven tiene 59 años-- o durante un máximo de 25 años. Al término de este periodo, o con la disolución previa, estas dependencias pasarían al comprador, junto a los 2.500 metros cuadrados del inmueble que acaba de adquirir.

Según explicó a los asistentes el presidente de la junta directiva, José Saquete, el futuro propietario no pretende realizar grandes reformas en el edificio, sino adaptarlo para albergar parte de su importante colección de obras de pintores extremeños, y posiblemente, aunque esto no está confirmado, las dependencias de su clínica oftalmológica.

La decisión supone un importante hito en la trayectoria de una institución venida a menos con el paso de los años --llegó a tener casi 3.000 socios-- debido a las contínuas adversidades económicas que en la última etapa han mermado la capacidad de la sociedad para organizar eventos culturales. Actualmente la actividad del Liceo se ha reducido a servir como lugar de encuentro de los socios, que utilizan sus dependencias para jugar a las cartas, el dominó o para leer la prensa, aunque también se celebran clases de baile y algunas charlas, además de otros eventos de forma puntual.