Las tertulias literarias en la época de la posguerra se tuvieron que sujetar a los cánones previstos por la legislación de entonces. No se podían reunir más de tres personas en ningún lugar para hablar de cualquier cosa, incluso de cultura.

Al término de la guerra civil comenzaron a tomar vida social las sociedades recreativas del Liceo, que había sido hospital y centro donde se hacían consejos de guerra, y el Círculo Emeritense, que se utilizó de cárcel. Juan Navia, de Almendralejo, toma la primera iniciativa y se hace cargo de los cines emeritenses. Pasan los primeros años y comienzan a despuntar algunas tertulias que estaban perfectamente controladas por la policía secreta. Los contertulios eran personas conocidas y fuera de toda duda política.

UBICACION Las primeras tertulias literarias se hicieron en el Bodegón de la Victoria o Bodegón del Mimi, que de ambas formas se denominaba. Era una pequeña casa de la travesía de San Salvador, una habitación con una vieja mesa, sillas de tijeras o alguna silla de anea, plata tifácea cuyas hojas se emplean para asientos. En invierno, una tarima con un brasero. Era todo el mobiliario. Se acompañaba con una botella de vino tinto, unos vasos pequeños y algún aperitivo.

En Mérida han existido estas tertulias. Se reunían en la casa de Alberto del Valle, en casa del padre Mollete, de Pedro María Moreno; en el Bar Nicolas, en la calle El Puente, y en el bar Plata, en la plaza de Santa María. Pero siempre acababan en el Mimi.

Más tarde, y con nuevos contertulios, se celebraron en el salón de actos del edificio de la cámara agraria, en la calle San Salvador, en el instituto Santa Eulalia, en la casa de Felipe Corchero, en el bar Trópico, en la casa de José María Saussol o en el Círculo Emeritense, con la conocida tertulia diaria de la clase médica Plasmón , fundada por Antonio Ossorio.

La mejor, la de mayor sabor y la madre de todas las tertulias, era la que se celebraba en el Bodegón de la Victoria, donde su principal protagonista, lo fue siempre en todos los aspectos literarios, era Félix Valverde Grimaldi, todo un caballero. Vestía traje oscuro, pajarita y sin un duro en el bolsillo, abogado del ayuntamiento y deberían pagar poco, porque siempre estaba a la cuarta pregunta, como buen literato. Un poeta extraordinario. Mi padre, en más de una ocasión, me comentó que era el poeta del río Guadiana y de Mérida. Todo un personaje.

OTROS CONTERTULIOS Con Félix Valverde llegaba siempre Alberto del Valle, que Santos Díaz Santillana, en sus crónicas, le denominaba como "viajero incansable de todos los climas, espíritu inquieto, franco y sutil, dispuesto a dispararse como una flecha ardiente con sinceridad y acierto siempre".

En la misma no faltaban Joaquín Galván, Juanito Rivera, el maestro de escuela Arsenio Ramos, que era todo un personaje, se jubiló, siendo maestro del colegio Trajano, a los 70 años, muy amigo y compañero de Santos Díaz Santilla y Jesús Delgado Valhondo, ambos contertulianos, aunque Delgado Valhondo llegó más tarde y algunas veces desde La Zarza, donde ejercía de maestro con otros dos íntimos amigos suyos de Cáceres, Fernando Bravo y José Can, que fundaron la revista Alcántara .

Esta tertulia tenía otros muchos protagonistas que han hecho historia en la ciudad y que requiere un espacio suficiente para ir conociéndolos y tomar el sabor de esas reuniones, donde irán apareciendo nuevos personajes que fueron verdaderas instituciones en Mérida.