Toda generalización, dicen, provoca injusticias. Puede que en este especial sobre el centenario del nacimiento del Cacereño se haya obviado algún hecho puntual e importante de la historia del decano del fútbol extremeño. Sin embargo, aclaro que no ha querido ser éste un trabajo periodístico de carácter empírico.

Y es que resulta extremadamente complicado, por ejemplo, seleccionar 100 futbolistas, como hemos osado hacer. Ahí, aviso, se incluyen un centenar de nombres que han escrito la historia del CPC, pero ahí, asumimos, ha podido haber más. Muchos más. Y en las imágenes de los entrenadores, dirigentes, gestores o gente consustancial al club (Chuzo, Ramos Guija, Tapia, Manolo ‘Churrero’, Gil...) otro tanto. Claro que sí.

Hemos tratado ser lo más estrictos posible en la selección del contenido del suplemento. El Cacereño, una entidad habitualmente desdichada, es una institución que ha sabido sobrevivir en el fango. Con problemas mil (no cien) y con trabas de todo perfil, entre ellas las suyas.

Sin embargo, y como hemos incidido, el Cacereño es un sentimiento. Abandonado tantas veces a su suerte, denostado, torpedeado o señalado, este club tiene algo distinto. Ese sambenito que le acompaña le es consustancial a su existencia misma.

Me precio de haber vestido esa camiseta unos cuantos años, eso sí, hace décadas (sin pasar de ser un canterano del montón) y sé que mi percepción tiene carácter general. El Cacereño is different, diríamos, pero también es grande, añado. Se abre una época ahora bonita, con un nuevo ‘jefe’ en la persona de Carlos Ordóñez, un empresario local con muchas ganas. Veremos.

Gracias a gente como Félix Roa o Paco Mangut, éste amigo y compañero siempre, y a todos los que han colaborado en el especial, pero no olvido a otros. Lo que hubieran disfrutado nuestros Andrés Sierra, Manolo Fernández, Tomás Pérez, Martín Rojo o Carlos Tejado (DEP todos). Hay más, pero con estos disfruté en el ‘codo a codo’. Pura historia del decano.