Los cazadores estamos cada vez más perseguidos en todos los aspectos. Aún así, quiero ver la temporada que comienza con mucho optimismo. La caza mayor siempre está al alza, como en los últimos años, y este no va a ser menos. Y creo que en la caza menor hay ciertos avances, ya que la liebre parece que ha criado bien esta temporada. Esta modalidad lleva arrastrando muchos años complicados. La caza mayor ha experimentado un gran auge, pero quizá ha sido excesivo. Se han cazado muchas fincas con muchas ciervas y me parece que vienen unos años también complejos al respecto.

Por otro lado, la climatología, una de las variables que más nos afectan, no acompaña. Llevamos encadenando dos años muy malos de sequía. El agua es un bien del que las fincas carecen y eso se está notando mucho. Y todo lo que es el clima influye también en el aspecto comercial ya que actualmente los cazadores no se animan a comprarse chubasqueros, abrigos y renovar sus accesorios como botas, sombreros, camisas, pantalones…

A veces pienso que el enemigo de los cazadores está en los propios cazadores, y pagan justos por pecadores. Hay un gran déficit de educación. Cazar no es matar a un animal, sino ir al campo muchos días, gozar de hermosos amaneceres y atardeceres, y de muchos animales diferentes del que vas a cazar. Cazar es perderse en la naturaleza y compartir con los amigos momentos inolvidables. Creo que se está convirtiendo en demasiado negocio. Y hay, en ocasiones, poca profesionalidad, porque hay quienes han pasado de no ser cazador a organizar monterías.

En esos casos el objetivo es únicamente crematístico y no se concibe la caza como una cultura, sino como negocio. Y eso es lo que nos mata, porque tras eso vienen esas fotografías con enormes retahílas de animales abatidos.

Esperamos que este año primen los lances hermosos y la camaradería entre cazadores.

* Armero