Ahora al centro. El PP ha decidido rectificar para salvar los muebles ante las autonómicas y municipales del 26 de mayo. Visto que la operación ‘extrema’ no ha funcionado y que el post-aznarismo estaba equivocado, vuelta a los orígenes centristas que tan buenos resultados le dio al PP en otro tiempo. A esta conclusión han llegado Pablo Casado y sus próximos donde ya no está Maroto: que los votos se pueden escapar por la derecha camino de la ultraderecha, pero que por donde más se escapan es por el centro. Así pues, cambio de tercio y a ver si los candidatos autonómicos y municipales enderezan la debacle sufrida el domingo cuando se extraviaron camino de las urnas tres millones y medio de votos y 71 diputados. De lo contrario, alguien moverá los sillones de Génova y urgirá que Alberto Núñez Feijóo empiece a calentar en la banda para debutar en el primer equipo.

El 26-M se ha convertido en una especie de reválida donde se confirmen los malos resultados cosechados por el PP el domingo o, por el contrario, se vea que todo fue un mal sueño fruto de la tentación de alimentar a un fantasma que finalmente se ha convertido en un igual que compite en el mismo caladero de votos y cuyo objetivo no es ayudarte sino robarte tu electorado.

Eso tiene la política, que un día uno está arriba y al siguiente debajo. Lo que debe ocurrir, y no siempre sucede, es que cuando lleguen unas elecciones se esté lo más alto posible. De ahí el acierto de Pedro Sánchez convocando elecciones el 28 de abril. Él (o quien estuviera al lado) supo ver el momento propicio de llamar a los españoles a las urnas. El bajón que sufría Podemos y la diversificación del voto de la derecha solo tenía un claro beneficiario: el PSOE. Porque en esta España nuestra, aunque se crea lo contrario, seguimos divididos en tres bandos: derecha, izquierda e independentistas. Y sobre esta base se configura todo el arco parlamentario. Si baja Podemos, sube el PSOE; y si baja el PP suben Vox y ahora Ciudadanos arrimado a la derecha y posicionado frontalmente en contra de Sánchez. Y no hay nada más que eso, salvo una amplia movilización de la izquierda ante el miedo de que las tres derechas sumaran y del independentismo temeroso de que un gobierno españolista diera al traste con sus aspiraciones de autogobierno.

El PSOE ha recuperado más de 2 millones de votos y de ellos el 66% proviene de Podemos y el resto de la abstención. Eso, además, ha conllevado que PP, Cs y Vox hayan sumado 18 diputados menos que la izquierda y, lo peor, que se hayan quedado a 27 de la mayoría absoluta que acariciaban para repetir un gobierno a la andaluza.

Y ahora a esperar porque el PSOE no quiere hablar de pactos de gobierno antes del 26-M. Las elecciones autonómicas y municipales de dentro de 3 semanas van a ser piedra angular de los próximos 4 años. En función de los resultados que obtengan uno y otro partido se repartirán las cartas con las que jugar toda la legislatura.

¿QUÉ VA A PASAR en Extremadura? Sigue siendo una incógnita. En las generales del domingo pasado ganó el PSOE por goleada (249.000 votos, un porcentaje del 38% y 5 diputados nacionales). El segundo en liza fue el PP (140.000 votos, 21,4% y 2 diputados). Le siguió Ciudadanos (117.000 votos, 18% y 2 diputados) y Vox (70.000 votos, 11% y 1 diputado). Podemos fue el partido menos votado (62.000 votos, 9,5% y cero diputados). Sin embargo, si se realiza una extrapolación de los resultados de las generales a las autonómicas se aprecia que el PSOE y Podemos alcanzarían el 48,6% de los votos (26+6 diputados que sumarían 32 escaños autonómicos), pero PP, Cs y Vox llegarían al 51,3% de los votos (14+12+7 diputados que sumarían 33). Es decir, que de repetirse este mismo resultado el 26-M podría producirse un gobierno de las tres derechas en Extremadura.

Sin embargo, antes de alcanzar conclusiones, hay que tener en cuenta tres consideraciones. Una que no es lo mismo unas autonómicas que unas nacionales, que no es igual elegir entre Sánchez y Casado que entre Vara o Monago. Dos, que el mismo día que las autonómicas se votan las municipales y los alcaldes arrastran una gran cantidad de votos a la urna autonómica lo cual desvirtúa el cálculo de voto real que prevé uno u otro candidato. Y tres, que Ciudadanos, igual que a nivel nacional dijo ‘no’ a Pedro Sánchez, ahora se abre a llegar a acuerdos con los barones socialistas como dijo el jueves el propio Rivera «para situarse en el centro». En consecuencia, que no vale para el 26-M la suma de las tres derechas de facto, sino que todo dependerá de quién gane las elecciones en porcentaje y número de escaños y luego, si no hay mayoría absoluta, su capacidad de negociación con el resto de fuerzas políticas.