THtay errores terminológicos persistentes, difíciles de erradicar. Nadie conoce su paternidad, pero alguien los pone en circulación y, como su repetición da un falso tono de intelectualidad y de conocimiento, ahí siguen. En el caso de Badajoz hay uno que ya da grima: llamar recinto Vauban a la muralla moderna, al recinto abaluartado.

Ignoro el nombre del ingenioso, pero esa pedantería es, además, absurda. El anillo abaluartado de Badajoz no tiene nada, pero nada de nada, que ver con el que, al final de su trabajosa vida, fue mariscal de fortificaciones del rey Luis XIV de Francia y está enterrado en los Inválidos de París, junto a Napoleón .

Las murallas con baluartes no fueron un invento del mariscal, las venían usando todos los estados europeos desde que se comenzaron a emplear en la Italia del Renacimiento. Vauban , que sin duda escribió una de las páginas más brillantes de la ingeniería militar de finales del siglo XVII y comienzos del XVIII, los usó con mucha maestría, pero no los inventó. En realidad, en el campo de la ciencia de la fortificación no inventó nada. Sólo empleó sus conocimientos, que eran muchos, y su labor en perfeccionar los sistemas usuales del momento. Siempre en beneficio de su rey y de su país. Fue, incluso, como ingeniero militar, un temible adversario de la Corona Española. Se decía de él: plaza que asedia, cae; plaza que defiende, resiste.

Su verdadera aportación lo fue en el de la técnica de asedio a las plazas, en la organización del arma francesa de ingenieros y en la racionalización de las defensas fronterizas de Francia. Nada más y nada menos. Fue un personaje sacrificado al servicio de su rey. Pero no tuvo la más mínima relación ni influencia directa en España. Ya vale de hablar de la muralla vauban de Badajoz. Y, sobre todo, cuídense de ello los profesionales de la arquitectura. Con hablar mucho de palacios de congresos y otros edificios contemporáneos no se cumple. También hay que hablar con propiedad.