Aunque la pandemia monopoliza el interés general, cada mañana busco en la prensa una ventanita esperanzadora e indolora. Difícilmente la encuentro y al contrario constato en las noticias cuyo monotema no es el virus, el lento pero inexorable retroceso de la democracia en el mundo, cuando no solo las certezas sobre un presente de libertad desaparecen en lugares exóticos donde hasta hace poco no existían pero parecían poder afianzarse, sino que se tambalean en territorios donde las creíamos seguras in aeternum.

Ayer nos desayunábamos con el golpe de Estado en la antigua Birmania, cuya presidenta se encuentra en paradero desconocido y poco antes China sacaba pecho desde Davos. En Venezuela se eterniza Maduro, ese personaje que prometía “goticas milagrosas” para vencer al Covid, y con su régimen ya coquetea y se ablanda Occidente. Rusia, con descaro violento encarcela al líder de la oposición y anticipa para él la prisión porque sí y Turquía reprime las protestas universitarias con más de 150 detenciones. Nos decimos que esos países en su mayoría carecen de tradición democrática. Magro y engañoso consuelo.

El mundo que cree en la democracia cayó en shock ante el bárbaro asalto al Capitolio, prueba fehaciente de que lo que imaginábamos a salvo no lo estaba. Cuatro años de un mandato esquizofrénico llegado paradójicamente de manos de la democracia, había provocado una ruptura fratricida, amalgamada a fuerza de mensajes agresivos, señalamientos ad hominem, fakenews, desprecio prepotente a la libertad y abuso de autoridad, sin duda también. Y aquí cerquita, en la republicana y democrática Francia, Le Pen acorta terreno con respecto a Macron.

Una espera seguir viviendo en un mundo donde, si llaman a la puerta a las 6 de la mañana, sea el lechero, aunque ya nadie traiga la leche a casa. Por eso exige de sus gobernantes españoles que dejen de abusar de su autoridad, señalando, por ejemplo, a periodistas o desoyendo los requerimientos de Europa para respetar la independencia de los jueces.

Antes de que la democracia sea un sueño del pasado.

*Profesora