Todavía estoy impresionado por el accidente ocurrido en Oliva de Mérida en el que murieron siete personas.

Estamos alertados a todas horas por los medios de comunicación de la importancia de conducir atendiendo únicamente al volante y a la situación del tráfico. Ahora que todos los coches traen de todo para despistar a los conductores, las autoridades nos asaetean diariamente con mensajes para que nuestra conducción sea lo más segura posible.

Pero exceptuando esto, después en la realidad no se ven medidas que verdaderamente impidan los accidentes. La mayoría de las señales no están bien colocadas, las carreteras siguen con deficiencias graves durante años, los puntos negros siguen ahí y los radares están situados en sitios estratégicos para recaudar lo mayor posible y no para evitar accidentes.

Todo el mundo sabe en las ciudades y pueblos, dónde están las discotecas más concurridas y las movidas juveniles o en qué sitio hay feria o fiestas, pues bien, ahí era donde habría que poner controles a destajo, porque en estos lugares son donde el consumo de alcohol y de otras sustancias es excesivo y donde puede existir el mayor peligro para la conducción,

Parece ser que los jóvenes que invadieron la parte izquierda de la calzada, venían de la feria de un pueblo. ¿Por qué no había controles a la salida de este pueblo?

Ahí es donde estas medidas tienen que funcionar y no en sembrarnos las autopistas de cámaras ocultas para recaudar todo el dinero posible.

Joaquín Tomás Fortunati Cendrero **

Sevilla