WLw a decisión de que continúen como candidatos del Partido Popular para los ayuntamientos de las grandes ciudades las mismas personas que han encabezado la lista en las últimas cuatro, cinco o seis convocatorias electorales permite al PSOE devolver al PP las repetidas críticas de falta de renovación cuando Rodríguez Ibarra volvía a ocupar la cabecera de la candidatura socialista a la Junta. Si antes era tenida por pertinente la crítica de que Ibarra se aferraba al poder; ahora debe serlo también cuando se dirige a los alcaldes populares.

Este comportamiento obedece a una lógica sencilla: los partidos son estructuras conservadoras y aunque en teoría están dispuestos a entender que el cambio de las personas es bien recibido por los ciudadanos solo a la fuerza están dispuestos a arriesgar. El propio presidente de la Junta ha argumentado su renuncia en el imponderable de su salud.

Ese conservadurismo guía al PP en las grandes ciudades --Pedro Acedo crearía un cisma si no se presentara después de la petición explícita que le hizo ayer Carlos Floriano--, pero también lo guía otra idea que redunda en esa actitud conservadora: las elecciones autonómicas del próximo mayo son las más inciertas de la etapa autonómica, y el candidato Floriano precisa de todos los apoyos para allegar votos a su lista. Son precisamente esas elecciones las menos adecuadas para que el PP haga experimentos. Ibarra se bastaba con su gestión. Floriano, en cambio, necesita el aval de la gestión de sus alcaldes. Alcaldes que van a su rescate.