Dos palabras que tanto dignifican al ser humano.

Quisiera pues que este artículo no fuese personal y pudiese extrapolarse a todas las personas que han sentido o están sintiendo el dolor que produce la pérdida de un ser querido.

Personalmente siento la necesidad de dedicar este artículo a mi hijo Carlos, que con la edad de 33 años ha fallecido víctima de un brutal accidente de tráfico que le produjo la muerte instantánea.

El único consuelo que nos queda a su madre y sus hermanos así como a todos los que le querían, es saber que en un solo instante, pasaste de la vida a la muerte sin ni siquiera enterarte, confirmando con ello que la muerte forma parte de la vida aunque a los que nos quedamos aquí nos cueste tanto aceptarlo. Para siempre, adiós hijo mío y adiós también a ti amigo José María Moro, que de manera tan rápida, también te has ido de este mundo sin ni siquiera despedirte de quien a lo largo de treinta años fue tu mejor amigo, dando con ello por finiquitado nuestras largas tertulias sobre política, religión y otras cuestiones que afectan a los ciudadanos.

Espero que como abogado y político sigas defendiendo a los más necesitados allá donde te encuentres. Adiós amigo mío. ¡Ah por cierto, te fuiste sin pagarme el café de la apuesta, las elecciones las ganó el PSOE!

Juan Barrera Jerónimo **

Miajadas