El pasado 7 de noviembre se cumplió el aniversario del nacimiento de Marie Curie, uno de los mayores símbolos feministas de la historia. Ella, como tantas otras mujeres, fue condenada a vivir a la sombra de su marido. Marie Curie, detrás de Pierre Curie; Mileva Maric, detrás de Albert Einstein; Martha Gellhorn, detrás de Hemingway, y Rosario Conde, detrás de Camilo José Cela. Por no mencionar a las psicológicamente maltratadas musas de Picasso, entre muchas otras. Son las mujeres a las que debemos una gran parte del éxito y obra de todos estos hombres. La historia y la sociedad del momento las relegó a un segundo plano, pero es nuestra labor sacarlas de allí, a ellas y a las que están por venir. Es por ello que pido que apoyemos a las mujeres creadoras que tenemos a nuestro alrededor: a las que tengan miedo, a las que les falte valor y a las que necesiten ayuda. A veces, no nos damos cuenta de que sin mujeres nada de lo que vemos ni tenemos existiría.

MILLENNIALS

No quiero odiar

Elena Luque

Formo parte de una generación que ha sido acusada de vaga y quejica; una generación que no sabe nada. Hemos sido culpados de tener que vivir con los desastres de las generaciones anteriores: precios cada vez más elevados y un futuro cada vez más lejano y negro. Todo esto, sumado a una ola de nostalgia que Disney se está encargando de mantener, hace que me plantee si nos ocurrirá lo mismo que a las generaciones pasadas.

¿Terminaremos odiando a los que vienen detrás? ¿Infectará nuestro odio por nosotros mismos a jóvenes que, como nosotros, solo intentan encontrar su hueco? Espero que no, porque ahora pocas cosas me asustan más que esto.

ESTEREOTIPOS

Salir del encasillamiento

A. Perera

El otro día escuché como una vecina le decía a una amiga mía: «Tú cada vez con el cabello más corto y tu hermano con el cabello largo». Es evidente que se está provocando un cambio en las etiquetas y en el concepto que tenemos de rol que no deja de verse como un papel que impone la sociedad sobre las expectativas que se tienen de nosotros. Aunque nuestro inconsciente recurra a las etiquetas sociales para catalogar a las personas, no deja de estar cargada de estereotipos. Esto significa que etiquetamos a los otros y que nos dejamos llevar por las etiquetas que otros le han puesto a alguien, como posiblemente le pasó a la vecina de mi amiga, que nació y creció en un entorno donde el hombre tenía que llevar el cabello corto y la mujer largo.

Aun así, hoy en día hay más gente dispuesta a salir de las casillas de los estereotipos y esforzarse por descubrir y conocer cómo es la persona, sin expectativas y sin miedos, porque romper moldes es otra manera de aprender, crecer y ser flexibles en nuestra sociedad.

VEGETARIANISMO

Filosofía sostenible

Candela Orgaz

La producción de alimentos de origen animal multiplica diez veces el impacto ambiental del cultivo de vegetales. La industria cárnica es ineficiente, puesto que el ganado consume muchos más nutrientes de lo que la misma carne rinde. Esto es uno de los factores más importantes que contribuyen a la deforestación y al cambio climático. Detrás de una ración de carne hay un largo y costoso proceso de producción para el que se necesitan tierras previamente cultivadas, enormes cantidades de aguas tratadas, emisiones de CO2 y otros factores que se unen a este impacto negativo del planeta.

No es tanto lo que comemos sino cómo lo producimos, transportamos, industrializamos y hasta consumimos. Por lo tanto, el vegetarianismo (o más extremo, veganismo) es una filosofía de vida concienciada en la mejora de todos y del planeta. La clave es elegir de forma consciente lo que consumimos, teniendo en cuenta la producción sostenible y ecológica.