XLxa debacle holandesa introduce una importante modulación en la situación creada tres días antes con lo sucedido en Francia. Holanda es otro de los seis países fundadores de las instituciones europeas, como Francia, por lo que los fracasos de los dos referendos ostentan una trascendencia singular, como todo el mundo es fácil que sepa. Ya se habla claramente de la necesidad de cambiar el paso y no perder los dos próximos años en un proceso de ratificación de un Tratado herido de muerte.

A la vista de la situación creada como consecuencia del rechazo de los dos países de tan larga tradición europeísta, ya comienza a verse con nitidez que hemos equivocado el camino, los procedimientos y me atrevería a decir que hasta la concepción de lo que debería ser una Constitución europea, de tal manera que estimo imprescindible enfatizar la necesidad de erigir una asamblea constituyente a escala europea, si de verdad se desea alcanzar un texto fundamental que merezca el nombre de Constitución democrática.

Hay que separarse del burocratismo hasta el momento dominante en el proceso de construcción europea, y más agudamente en el de alumbramiento del texto constitucional. Este fue elaborado por la famosa Convención, formada por personalidades importantes pero carente de una apoyatura democrática y popular, de una relación directa con los intereses y con los ideales de los millones de ciudadanos que forman Europa. A estas alturas, yo no veo dificultades insuperables en operar al modo como se hace en los estados nacionales cuando se ponen en marcha procesos constituyentes. Sin ir más lejos, como se hizo en España hace 27 años.

Dado el actual nivel de avances técnicos y comunicacionales, no será tan difícil superar las dificultades derivadas de la complejidad geográfica, sociológica y lingüística del conglomerado de 25 países que integran la UE. Y en cuanto a los contenidos, yo creo que hay que evitar introducir en la Constitución opciones ideológicas, como el neoliberalismo, que no se pueden imponer a la totalidad de los ciudadanos, pues sería antidemocrático.

Hay que erigir una asamblea constituyente a escala europea, si de verdad se desea alcanzar un texto fundamental que merezca el nombre de Constitución democrática. Una Carta que evite introducir cuestiones ideológicas, como el neoliberalismo