La decisión de las autoridades europeas de sancionar a seis bancos por manipular de forma concertada productos derivados del euribor y otros índices añade leña al fuego de la desconfianza ciudadana hacia las entidades financieras. La manipulación ha afectado al coste de las hipotecas y de cualquier préstamo de millones de europeos.

El conocimiento público de las prácticas fraudulentas de los bancos multados se suma a la percepción generalizada de que las entidades no solo no pagan su parte alícuota de la crisis, sino que barren para casa siempre que pueden y en muchos casos mantienen comportamientos abusivos con sus clientes.

El pasado jueves, el Banco Central Europeo criticó que sus sucesivas inyecciones masivas de fondos al sistema financiero de la eurozona hayan servido para engordar a los bancos y para comprar deuda pública en lugar de reactivar la concesión de créditos a empresas y particulares. El Banco Central Europeo mantiene en el 0,25% el tipo de interés básico de la eurozona, su mínimo histórico. Y lo hace para incentivar una economía muy renqueante, como una ayuda siempre y cuando ese dinero circule. Para que la política de Mario Draghi tenga éxito, su estrategia debería continuar en las entidades con la reapertura del grifo del crédito tanto para las empresas como para los particulares.

Pero ni siquiera el leve repunte registrado en la economía decide a las entidades a acabar con esa política restrictiva y aprovechar el bajo interés para captar nuevos clientes. Al contrario, las hipotecas siguen moviéndose al alza. Aquellas antiguas negociaciones en torno al euribor han pasado a la historia, y este indicador ha dejado de ser la referencia para los créditos de la vivienda. Los ciudadanos, pues, no se benefician del bajo precio del dinero europeo ante una banca que se atrinchera aplicando unos diferenciales de entre el 2% y el 4% que provocan un efecto disuasorio sobre las compras.

Paralelamente, la rentabilidad de los depósitos de los clientes experimenta un descenso sin que como contrapartida haya más liquidez. En una España urgentemente necesitada de actividad económica, de constitución de empresas y de fomento del consumo, desatascar el sistema financiero para que vuelva a funcionar normalmente es de vital importancia. La banca puede y debe hacer más.