Dramaturgo

Estábamos mi vecino y yo en la cola del roscón de Reyes del paseo de San Francisco cuando pasó por encima de nosotros una bola de fuego en dirección a Pardaleras que casi hace callar a González Barroso, que disertaba sobre la forma de deglutir el roscón y dejar el papelito del sorteo limpio de migas. Estábamos esperando el trocito del roscón y la bola de fuego cruzó por encima y los niños decían que era la estrella de los Reyes y mi vecino casi se traga el papelito porque le tocaron unas gafas de sol pero del susto no se tragó el papelito de milagro y entre ahogos va y me dice: "¡Coño, el ángel exterminador!". "¿El ángel exterminador de qué?", le dije pensando que se había trastornado con el premio y el papelito. "El de las rebajas. El ángel que nos va a mandar a todos a tomar por saco por tanto consumismo y tanta cola para todo". Juro que lo dijo de golpe y sin comas (casi como esta columna) mientras la bola se perdía sobre Pardaleras y los niños chillaban pidiéndole videoconsolas y barbys. Luego se acabaron los roscones: "¿Ves? Ha pasado el ángel y se han acabado los roscones". Me dijo cuando iniciábamos la tercera ronda zafándonos de la concejala que apuntaba en una lista a los listillos. "¿Qué tendrá que ver ese ángel tuyo con los roscones?". "Es una premonición. Mira, hasta Emilio se ha callado. Es un aviso. El ángel acaba de pasar sobre el Corte Inglés y se han acabado los roscones". Y era una premonición porque Emilio se había callado y la plaza repleta estaba en silencio. Luego, cuando volvió la bola ya no gritaban los niños porque en la radio habían dicho que era un meteorito y se iban a extinguir los dinosaurios y los roscones de Reyes. Yo lo vi.