Todos creemos estar en posesión de la verdad, por una actitud natural, pero peligrosa a la vez. Y es que nos fascina, mientras que nos protege ante las críticas adversas. La verdad es lo que es, según San Agustín , y negarla, dice, es adulterio del corazón. Siempre estará ahí, no hace falta disfrazarla para movernos en la vida. Pero sí buscarla.

Nuestra verdad puede ser frágil, mas la defendemos con ardor, con todas nuestras armas dialécticas. Lo peor es que, teniéndola, si no sabemos probarla, nos pueden acusar de embaucadores. Porque sucede que, como dice Camilo J. Cela , muchos de los que se creen en posesión de la verdad no saben demostrarla. Aunque no hay verdades incontestables, salvo algunas, como la honradez, la equidad, el amor, la hospitalidad, la entrega por un bien superior...

Así mismo, existe mi verdad y la tuya, y no todo es blanco o negro, pues hay también zonas grises. Y cada uno tiene su parte de verdad, lo que, si no se reconoce, muy pronto surgirán colisiones y disputas. Lo corrobora el ambiente que estamos soportando, con partidos encastillados en sus tics ideológicos, intocables, lejos de todo posibilismo, con posturas intransigentes y poco dialogantes, incapaces de dar al país las soluciones que exige.

Cantando las verdades se pierden las amistades, dice el vulgo. Y la verdad puede ser amarga. Por ello un proverbio advierte que, cuando "lances la flecha de la verdad, moja la punta en la miel"; o sea: defenderla con suaves modales, pues, de no ser así, todo puede echarse a perder. Y aunque todos nos equivocamos, pues nadie está libre de ello, el error está en la terquedad, por causa del orgullo de un ego excesivo. Pero ¿quién no yerra alguna vez? Pues el hombre se equivoca al perseguir algo, y el que nada intenta, nunca hierra. Y tropieza quien camina y se cansa el que trabaja, y no el que se abanica en un sillón mirando la tele.

Se acierta, tras errar mucho. ¡Qué bien lo ilustra Unamuno , diciendo que, para dar una vez en el clavo, hay que dar cien veces en la herradura! Pensar lo contrario es darnos de bruces con la realidad. Errar sí, pues es humano, mas inmoral no torcer nunca nuestra opinión, elevada a dogma. Busquemos la verdad, al fin, en "aras del bien común, pese a las presiones, la persecución, la guerra, la corrupción y la crisis", como postulara el obispo de Guadix-Baza, presidente de la Comisión Episcopal de Medios, en la ceremonia de los Premios Bravo, de periodismo.