Profesor

Con más de un cuarto de siglo a las espaldas, se repite por obra y gracia de la democracia una nueva campaña electoral. La diferencia, en el fondo y en las formas entre estas de mayo del 2003 y las de 1977, se va notando con el paso del tiempo, si bien hay escenas que en nada envidian a aquéllas que trajo los primeros ayuntamientos y diputados al congreso, elegidos libre y democráticamente por el pueblo español que no lo podía hacer desde la 2. República Española.

La mayoría de partidos continúan creyendo que hace falta llenar de carteles fachadas y paredes durante semanas, incluso hay quien lleva en los carteles años diciendo que son ellos, por si no los conocen. Aún se sigue con los mítines igual que antaño, donde los líderes de turno arengan al personal que ya está de sobra convencido. Gusta por estos lares españoles invitar a las grandes figuras del toreo político nacional; unos vienen en precampaña, Aznar por ejemplo y otros en campaña, caso de Rodríguez Zapatero. Unos vienen a ayudar al candidato con su presencia a torear el toro de las elecciones, otros a compartir cartel con algunos que ya son grandes espadas dentro y fuera de la región.

En lo único que se va cambiando por fortuna es en el convencimiento de aquel principio agrícola que nos dice que quien siembra recoge y así, a nivel regional no es de extrañar que algunos buenos agricultores recogerán el fruto de su trabajo, otros agricultores de diseño intuimos que, en proporción a lo invertido, su cosecha va a dejar mucho que desear.

Por encima de todo no olvidemos que estos quince días son de fiesta democrática, festejo que desde el año 1936 al 1977 estuvieron prohibidos.

¡País en eterna campaña!