26-J

El miedo

Helena López

Enfermera

Lloro de rabia y de impotencia con el resultado de las pasadas elecciones generales del 26-J. Quiero pensar que ha sido el miedo y la maquiavélica manipulación lo que ha hecho que el pueblo trabajador, el que vive en carne propia la realidad del día a día y lucha por sobrevivir, haya aportado todos estos votos que no logro entender a pesar de que lo intento. Es muy perverso lo que ha hecho el actual Gobierno central engañando a su gente con promesas y una falsa estabilidad. ¿Estabilidad de qué, me pregunto? De momento, han retirado del fondo de reserva de las pensiones unos 8.000 millones de euros. Aparte de que ahora tenemos acceso a la información, no veo que se tomen medidas para combatirla. Con los débiles sí se atreven (pensionistas, parados, discapacitados...), pero ¿qué hacen contra los ladrones, corruptos y seudopolíticos que nos gobiernan? Nada. No sé de ninguno que haya devuelto lo que nos ha robado a todos y, encima, a los que han ido a parar a la cárcel (para que no se diga, de vez en cuando aparece un cabeza de turco) les tenemos que pagar la manutención. ¡Esto es demasiado! A través del miedo no conseguiremos hacer nada.

No creo en la crisis de España, pienso que el dinero está en manos de unos cuantos que viven muy bien a costa nuestra y ya basta. ¿Cómo es posible que municipios obreros de gente trabajadora y honrada hayan votado al PP si no es por el miedo? Pero supongo que ya le están viendo las orejas al lobo. El miedo nos está llevando al caos total. Podría decirse que comulgamos con ruedas de molino y es así. Aunque confío en las personas y les animo a perder el miedo antes de perder la dignidad y el derecho a vivir con unos mínimos. No todo está perdido, podemos reaccionar.

EL FUTURO

Los ciudadanos

Cristina González

Mediadora social

Hace un tiempo me dejé llevar por una marea de gente que intentaba arrastrarme pero me cansé y dejé de nadar para hundirme en un fondo cada vez más profundo. Ahora miro a mi alrededor, solo veo resignación y me cuesta reconocer que formo parte de esa generación esclava de sus decisiones y víctima de los errores de otros. No quiero creer que la lucha no tiene sentido, y llamo lucha al simple hecho de levantarme cada mañana y que, por más que haga, nada cambia las cosas. Los valores de nuestros padres puede que hoy ya no nos sirvan, porque este escenario no es el mismo que el suyo. Ahora, los trabajos ya no son fijos, lo que obliga a muchos a trabajar sin cotizar, empresas que contratan menos horas de las realizadas realmente, mientras pequeñas empresas se hunden por no poder pagar lo que el Estado les obliga a ingresar o bien grandes empresas que se dedican a explotar a la mano de obra y, sin remordimientos, se cargan su valor más preciado.