Decir Pessoa es encontrar finalmente las puertas abiertas de la casa que se necesita. Tiene varias cancelas heterónimas, hay acceso semiheterónimos y varios géneros. Puede ofrecer un ensayo, unos versos, narrativa o filosofar. Caliente está esa casa cuya cancela nunca está cerrada para nadie y esa fila india de palabras en un papel, desde una oficina o el café. Cuántas noches de cielo cegado de nubes negras de inviernos mal dados, cuántas estrellas demasiado lejanas al amanecer en verano. Qué cama tan vacía, qué silencio tan lleno y decir Fernando Pessoa, que escribió en Lisboa "... que te baste lo poco que eres..." en la cuartilla, es el portón que cede cuando es preciso pasar y que haya alguien ahí.