Ya están todos los candidatos principales a las autonómicas extremeñas. Por orden, creo, de designación, Fernández Vara, José Antonio Monago, Irene de Miguel y desde esta semana Cayetano Polo por Ciudadanos, el último en entrar en las imprentas offset de los carteles, más bien en las ilustraciones de tuits o post en redes sociales.

Había mucho interés por esa última designación porque al margen de ser un partido importante y en ascenso, que es ya y será más llave para mayorías de gobierno, se entendía que había dos posibilidades, Cayetano Polo, coordinador del partido, y Victoria Domínguez, cara más visible inicial y diputada-portavoz en el Parlamento regional, con sensibilidades distintas a la hora precisamente de los pactos, al menos en el imaginario de políticos y periodistas siempre algo aficionados a las cábalas y a las quinielas de lo que puede ocurrir.

Ciudadanos, aunque ha establecido pero solo muy recientemente un mecanismo de primarias, no es partidario de que se lleven a cabo si no es muy necesario, porque desgastan, y la duda en Extremadura se centraba además en dos personas a las que se suponían probabilidades similares en una consulta a los afiliados en urnas. Así lo había dicho, no quería guerras fratricidas de desgaste, y así ha sido.

Hace algo más de una semana todo se decidió de mutuo acuerdo de la dirección central del partido con los aspirantes, y el mismo lunes Victoria Domínguez anunciaba oficialmente que se apartaba de la posibilidad de primarias para dar un paso, no atrás, sino «al lado».

Pese a la mayor trayectoria política de ella, y su visible -al menos en fotos- cercanía a los centros de poder en el partido, es Polo quien ha hecho el trabajo de extensión territorial de una organización nueva, con tropezones sonoros por su crecimiento rápido, y que ha preferido por eso medir mejor los pasos, incorporando incluso a algunos acreditados exdirigentes del PP como es el caso de Fernando Baselga.

A partir de ahora, dado el acuerdo entre partes, se presentan en blanco nuevas quinielas que rellenar. ¿Irá Domínguez en la candidatura del partido al Congreso de los Diputados por Cáceres? ¿Y si no saliera, sería bueno para una hipotética inclusión posterior, como número dos de Polo, en la lista de Cáceres a la Asamblea de Extremadura? . Esto, de convocar Pedro Sánchez a fines de abril unas elecciones generales que se han anticipado a las autonómicas de finales de mayo, provoca no pocos problemas a algunos partidos, sobre todo a los que las encuestas estrechan sus probabilidades de escaño como es el PP, al que de momento restan nueve diputados, de 28 a 19, en la Asamblea de Extremadura.

Además en ese partido hay valores crecientes, por uno u otro motivo, como es por ejemplo el del alcalde de Trujillo, Alberto Casero, a quien hay que ir buscando hueco, complementario o único, a la candidatura a esa alcaldía cacereña.

Podemos ha multiplicado su acción mediática, y demuestra que en ello tiene dado su tamaño una cierta potencia casi comparable a la de un PSOE al que esta vez -recordando su derrota en las autonómicas de 2011- no le van a pillar precisamente por sorpresa, porque su maquinaria lleva muchas semanas en funcionamiento a pleno.

Y Podemos, al revés que sucede en el bloque conservador de Ciudadanos, PP y Vox, sigue intentando rascar votos del PSOE en una estrategia que esta semana bien ha representado en el Congreso de los Diputados una Irene Montero que en preguntas de control a Pedro Sánchez afirmaba que el PSOE «no es de fiar», el mismo Partido Socialista con el que Pablo Iglesias firmó, hace poco, un completo y complejo, alabado por quienes se molestaron en leerlo, acuerdo político parcialmente recogido en los Presupuestos estatales recién tumbados; una estrategia, la de buscar brechas en la izquierda, que intenta atajar la pasada, y señalada como continua por las encuestas, sangría de votos morados hacia el PSOE; una vía que algunos no entienden.