El viernes quería ir a Madrid. Entre las pocas posibilidades tenía un Talgo a las 9.25, clase preferente: mi asiento estaba estropeado, los auriculares no iban, no se oían en todo el coche, parecía rescatado del desguace, (yo oí a un maquinista viniendo de Mérida: "a estos trenes no los dejan entrar en Madrid"). Para la vuelta un regional, no había otra posibilidad, no hay cafetería, no se puede comer nada, eso sí, ya han puesto máquina expendedora de bebidas; se para en medio de la nada, en tropecientas estaciones, el traqueteo no te deja ni leer, así que... ¡a pensar! Si yo soy una buena ciudadana, trabajadora, pago mis impuestos, quiero a mi tierra y me gusta vivir en ella ¿por qué sigo en el culo del mundo? ¿Por qué no tengo buenas comunicaciones ni por tierra ni por aire? Y ya se me encadenan los por qué : ¿por qué los sueldos son más bajos que en otras comunidades? ¿Por qué nuestra universidad es una fábrica de parados y nuestros hijos, que han estudiado en ella, tienen que emigrar para buscar trabajo? ¿Por qué no se valora a los profesionales por su preparación y capacidad de trabajo sin más? ¿Por qué si un profesional destaca, pero como no es de la cuerda, se le ponen obstáculos y zancadillas, aunque eso perjudique a los ciudadanos y no sólo al profesional infravalorado? Daría ejemplos claros. ¿Por qué se derrocha dinero en eventos secundarios pero que proporcionan muchos votos, en vez de emplear el dinero en crear progreso y futuro para todos los ciudadanos de esta tierra? ¿Tiene que seguir siendo mi querida Extremadura una tierra de caciques? Vamos llegando, a la altura de Carrefour, por cierto, basura, suciedad, ¡vaya entrada para el turista que se haya atrevido a usar nuestros trenes, o autobuses!... es igual. No siento el dolor de riñones que traigo del traqueteo y el asiento, sino el desencanto y la desesperanza que me invaden.

Pilar Leal Muro **

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