THtace tres años, cuando remataba un libro sobre la lucha de las españolas por la igualdad, fui a buscar en una enciclopedia un dato biográfico sobre Clara Campoamor y no lo encontré. No es que faltara el dato, es que Clara, sencillamente, no estaba. Había oído hablar mucho sobre la invisibilidad de las mujeres en nuestra sociedad, y documentarme para el libro me proporcionó miles de historias que corroboraban la tesis. Pero nunca pensé que la inercia excluyente fuese tan fuerte. Si una mujer como Clara Campoamor no figura en las enciclopedias actuales --les invito a revisar las que tengan en sus casas-- es que algo profundo falla.

Clara Campoamor consiguió, hace ahora 75 años, el derecho al voto para las mujeres españolas. Y lo hizo en las condiciones más adversas, enfrentada a un parlamento en el que había 470 hombres y una sola mujer, Victoria Kent , que también pensaba que el derecho, sobre el que no dudaba, debía aplazarse. Tuvo que escuchar en el intenso debate parlamentario argumentos groseros, como que la esencia de las mujeres era el histerismo, o que ellas no alcanzaban la estabilidad psicológica necesaria para votar hasta los 45 años, la edad de la menopausia. Tenaz, rebatió cada argumento, incluso los más suaves , aquellos que apelaban a la ignorancia de las mujeres o a su sometimiento a las directrices de la Iglesia, en un país analfabeto y sometido todo él a las directrices de la Iglesia.

Clara lo consiguió y la Constitución de 1931, gracias a su firme actitud, reconoció el voto a las mujeres e incorporó así a la vida política a la mitad de la población. Si lo hubiera hecho un hombre, seguro que su nombre tendría una calle en cada ciudad y aparecería, sin duda, en todas las enciclopedias. Como es una mujer, han tenido que pasar casi 30 años de vida democrática para encargar, ahora, un busto que la recuerde en el Congreso de los Diputados. Por el mismo precio podría hacerse otro para María Moliner , y colocarlo en la Real Academia de la Lengua, la institución que siempre le cerró las puertas a pesar de escribir, ella sola, un extraordinario diccionario.

En fin, esta semana es propicia para rescatar de la memoria la figura de muchas mujeres que, casi siempre en soledad, lucharon para conseguir la igualdad. Y entre ellas, Clara Campoamor, merece un lugar de honor.

*Periodista