Durante los últimos 6 meses, los gobiernos de todos los países han ponderado las consideraciones económicas con las de salud pública para intentar controlar la pandemia de la covid-19. Esta pandemia causada por el coronavirus SARS-CoV-2 nos ha colocado frente a multitud de disyuntivas incómodas a las que hemos ido aplicando diferente soluciones, con mayor o menor acierto, tras un análisis de ventajas e inconvenientes. A medida que se ha ido acercando el otoño, toda la atención se ha focalizado, como no puede ser de otra forma, en un otro de los principales pilares en los que se sustenta nuestra sociedad, una sociedad democráticamente madura, una sociedad resistente a las pandemias: ese pilar es la educación.

Con la incidencia generalizada de la enfermedad por coronavirus, muchos países, incluido España, optaron en marzo por el cierre de colegios y universidades. A día de hoy, existe relativamente poca evidencia de que el cierre de escuelas y universidades, como medidas únicas, hayan servido para mitigar la propagación de covid-19. Por ejemplo, en países como Japón, esta medida no se demostró efectiva para mitigar el riesgo de infección por coronavirus. Además, los países que han reabierto sus escuelas y universidades no han visto incrementada significativamente la transmisión comunitaria del virus.

Aunque los niños en edad escolar y los adolescentes pueden desarrollar la covid-19, la mayoría serán asintomáticos o desarrollarán una enfermedad leve. Los niños y adolescentes parece que son menos susceptibles a la infección que las personas mayores, pero probablemente propaguen la infección de manera similar. Además, sólo un 5% de casos de covid-19 en Europa se han dado en menores de 18 años de edad y cuando enferman apenas el 3% requiere ingreso hospitalario. Señalar también que la mortalidad por covid-19 en edad escolar es prácticamente nula o inexistente (0.03%). En contraste, los adultos, especialmente aquellos que tienen más de 65 años o padecen problemas de salud y comorbilidades subyacentes, tienen un mayor riesgo de desarrollar una enfermedad grave, hospitalización y una mala evolución.

La OMS no ha fijado parámetros epidemiológicos para la vuelta al colegio, pero la evidencia dice que lo más importante para volver al colegio es que la enfermedad se reduzca en la comunidad. Extremadura está a día de hoy entre las regiones con la incidencia más baja de la covid-19 de todo el país. La comunidad extremeña es la cuarta comunidad que registra menos casos diagnosticados en los últimos 14 días, 130 casos por cada 100.000 habitantes, muy por debajo de la media nacional con 216 casos por cada 100.000 habitantes.

Si bien es verdad, que deberíamos «hacer un esfuerzo colectivo» e intentar bajar la incidencia en nuestra región a cifras cercanas a 25 casos por cada 100.000 habitantes siguiendo las recomendaciones de un estudio reciente de la Universidad de Oxford. En cualquier caso, no podemos imputar a las escuelas y universidades como lugares generadores de riesgo añadido para nuestros hijos, serán más o menos seguros dependiendo de la evolución de la incidencia y de la transmisión comunitaria de la pandemia en nuestra comunidad y en el resto de espacios sociales.

Mantener cerrados los colegios podría haber repercutido de una manera muy negativa en el aprendizaje académico de los niños, en el desarrollo socioemocional esencial en estas edades, en la salud física, en las oportunidades para jugar y recrearse y en otras necesidades del desarrollo, así como en la propia salud de sus padres. Por lo tanto, los niños tienen que ir al colegio y deben ir físicamente, de forma presencial. Por su educación pero también por su salud mental y, de lo que no hay ninguna duda, es que el cierre de las escuelas tendría un impacto negativo muy importante en los niños y especialmente en aquellos más vulnerables.

Como padres, lo más importante es NO llevar a nuestros hijos a la escuela si tienen algún síntoma, cumplir todas las normas que nos indiquen en nuestro colegio y predicar con el ejemplo. Los niños deben usar correctamente la mascarilla, mantener la distancia física interpersonal y se lavarán las manos perfectamente si nos ven hacerlo. Es importante recordar que las mascarillas, dependiendo del modelo, protegen de la entrada y salida de las partículas víricas, con lo que evitarían que nuestros hijos se infecten pero también infectar a terceros. En definitiva, el uso correcto de las mascarillas reduciría la dosis viral que uno recibe, evitando la infección o ayudando a que curse de manera asintomática, lo que reduciría hospitalizaciones, fallecimientos, y con ello la tensión y el colapso de los servicios de salud. Ahora mismo, nuestra mejor y única vacuna frente al covid-19 somos nosotros mismos con nuestra responsabilidad individual y con comportamientos responsables.

Sería imperdonable abrir servicios no esenciales para adultos, como se ha hecho este verano, si ahora «obligamos» a los niños y niñas de nuestra comunidad autónoma y de nuestro país a permanecer en casa, incluso a tiempo parcial durante este nuevo curso que ahora comienza 2020-2021, que probablemente será el más complicado y difícil que hayamos vivido hasta ahora, pero que juntos lo conseguiremos. Aprovecho para reconocer la actitud ejemplar y de responsabilidad que está demostrando el profesorado y la toda la comunidad educativa de Extremadura en este inicio de curso «excepcional». Y por último, como le digo muchas veces a mis pacientes: «Mucho ánimo, ¡que todo va a salir bien!».

*Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria. Equipo de Atención Primaria de Salorino. Cáceres.