Hace tiempo que decidí que quería estudiar una carrera de ciencias para dedicarme a la investigación. Ahora, cuando solo faltan tres meses para presentarme a las pruebas de acceso a la universidad, me planteo la siguiente pregunta: ¿por qué, después del esfuerzo académico, personal y económico que hago para mi formación, debo enfrentarme a un futuro laboral incierto que me condenará a ser una trabajadora en condiciones precarias? Pues, simplemente, porque la investigación en este país no está valorada como en Alemania y en Estados Unidos. En España no interesa invertir en una sociedad cuya economía esté basada en el conocimiento, y eso se demuestra en los presupuestos y ayudas que el Gobierno destina a este campo y en las dificultades y quejas de los investigadores españoles, que luchan reivindicando sus derechos y el reconocimiento por su labor. Vivimos en una sociedad basada en la carencia de valores; predominan el materialismo y el fomento de la cultura de lo efímero. Parece ser que la misión de algunos medios de comunicación, en especial la TV, es la difusión de ciertos programas de entretenimiento protagonizados por personas que no tienen ninguna preparación, carecen de principios éticos y, para colmo, luego perciben mayores ingresos que alguien que dedica su tiempo al bien de la humanidad. Así las cosas, si para estudiar lo que quiero y tener ciertas facilidades tengo que dejar a mi familia, mis amigos y mi tierra, me iré a otro país. No quiero vivir en un lugar donde la investigación no se potencia y la sociedad de la ignorancia se antepone a la del conocimiento. Ya lo dijo Albert Einstein: "Todos somos muy ignorantes. Lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas".

Carla C. López **

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