El día 12 de junio a las 14 horas me dirijo a la terminal 3 del aeropuerto de Copenhague-Satrup para facturar el equipaje y viajar con destino a Madrid. Después de una larga cola me acerco al arco de control donde pude comprobar la rigurosidad que empleaban los encargados de esta función. Tras pasar el arco de seguridad muchos pasajeros, especialmente mujeres, eran obligadas a abrir los bolsos donde llevaban las pertenencias personales de mano, que eran esparcidas por la cinta a la vista del público sin el menor recato posible. Pude comprobar también que algunas mujeres eran sometidas a un registro manual por un funcionario tras elevarse en una especie de pedestal y quitarse chaquetas y jerseys, también a la vista de los pasajeros que esperaban su turno. Cualquier negativa aduciendo que existía una funcionaria que podía hacer tal cometido, no era tenida en cuenta. Al llegar mi turno dejé la bolsa de mano, que fue abierta y esparcido su contenido. Después tuve que vaciarme los bolsillos del pantalón donde guardaba el billete y finalmente el bolsillo de la camisa, antes había dejado en la bandeja, reloj, cinturón, llavero, billetero, monedero... como se suele hacer siempre.

¿Es normal estos controles tan exhaustivos teniendo en cuenta que era un vuelo de salida del país? ¿Por qué tanto celo a ciudadanos comunitarios? ¿No sería más conveniente usar un poco de privacidad? ¿Estamos tan desamparados los viajeros que tenemos que someternos a tantos controles? ¿No podrían realizarse de una forma más discreta y no ante la mirada de los pasajeros que esperan su turno?

Como ejemplo cito la llegada días antes al aeropuerto de Tallín en Estonia donde los controles aduaneros se realizan con un tratamiento exquisito y el viajero realiza con toda rapidez los trámites.

Antonio Medina Díaz **

Badajoz