WGwoogle protagoniza el nuevo pulso entre internet y los poderes públicos. Es un forcejeo sobre el nivel de confidencialidad de lo que circula por la telaraña informática, y sobre el anonimato de quienes envían o reciben mensajes. No es un conflicto menor. A un lado está el poder norteamericano, con George Bush a la cabeza. En el otro, el gigante informático de Bill Gates , Microsoft. La causa inmediata de la pelea es el fácil acceso de los menores de edad a los contenidos duros de la red, así como la lucha contra la pornografía infantil que se difunde por ella. Pero el trasfondo es más complejo: ¿deben controlar los poderes lo que circula por internet?

Google se niega a entregar los registros de las búsquedas que efectúan sus usuarios. La justicia norteamericana subraya que el anonimato de internet está siendo utilizado para delinquir impunemente en materias como la pedofilia. Eso es cierto. Si se rompe la confidencialidad de la red será más fácil detener a determinados delincuentes, pero también pasarán a estar controlados peligrosísimamente todos los inocentes. En caso de que los poderes políticos, judiciales y policiales hiciesen eso, estaríamos ante el mayor recorte en seco de libertad de toda la historia.