Escritor

Dentro de los criminales hay una raza especial, con un tipo de sobrepelliza entre el lobo y el borrego, de impresión. Se trata del criminal reprimido, que es una especie que nos era desconocida hasta que se descubrió la letra impresa. El cordero, como se sabe, especie de Abel que iba por la vida cantando barro mi casita, fue esperado un día detrás de un matorral y con cuchillo chacinero fue abortado en vida, quedándonos con las ganas de saber de su futuro, con lo que todos los que de ahí descendemos tenemos la sangre de Caín en nuestras venas, hasta que trescientos años después aparece Noé, que viene de la descendencia de Can, el menos caín de todos, pues aparece por primera vez en sangre de genoma de Abel, con unas cerezas colgadas de las orejas... Quiere esto decir que todos los descendientes somos gente rara y ambigua, donde hay de todo, desde criminales sonados a maricones de playa en bambas. Con la letra impresa, este criminal ha descubierto que escribiendo en según qué impresos puede decir unas cosas u otras. O sea, que en unas hojas sueltas puede aparecer un demócrata que pide para Badajoz un mayor glamour con equipo de fútbol en Regional Preferente, y en otra ser el individuo torvo que le hierve la sangre de Caín a más de mil grados. Recular ante éstos es peligroso, porque al primer reculo te pueden dar por semejante parte y hacerte un desgraciado para siempre, y si das un paso al frente puedes quedar muy bonito en mármol con esa frase tan hermosa de aquí reposan los restos de los que dieron su sangre por las libertades.

Lo malo de todo esto es que la gran mayoría no entra en estos pormenores y los da todos por válidos, pero este país es así y no se le ve trazas de mejorar ni de evolucionar, con saltos en el vacío extraños como lo de ir a Irak a reconstituir un orden sagrado, cuando donde se va no hay ni luz ni agua potable. Es tiempo de criminales y de todas sus especies, mientras seguimos absortos un campeonato de natación o las carreras de Roberto Carlos, pero no deben olvidar que cualquiera de ellos puede helarte el corazón.