WLwa dimisión de Fernando Puras como diputado en el Parlamento de Navarra es una consecuencia lógica de la desautorización que sufrió la pasada semana la dirección de los socialistas navarros por parte de la ejecutiva federal del PSOE. Puras fue quien pilotó las negociaciones con la coalición nacionalista Nafarroa Bai (Na-Bai) tendentes a formar una coalición de gobierno, presidida por él, en la comunidad foral, que desalojara del poder a la derecha que representa UPN. La dignidad política exigía a Puras dar este paso y ha tenido la gallardía de hacerlo. Puras ha dimitido, y sin dar un portazo. Pero eso no quiere decir que su marcha no acentúe la crisis latente en un socialismo navarro que asiste desalentado al final de una esperanza de cambio en la comunidad autónoma. Empiezan a surgir voces airadas en las bases del PSN que no aceptan la decisión impuesta por la dirección federal del partido.

En el PSOE, José Blanco, tiene ante sí la difícil papeleta de evitar una escisión y, a la vez, frenar la previsible hemorragia de votos socialistas en Navarra. Las explicaciones que ha dado hasta ahora no son convincentes. Decir que Na-Bai no es una coalición madura para atar un programa de gobierno es poco creíble viniendo de un partido que ha suscrito pactos, plagados de dificultades, con ERC o el BNG. Y tampoco parece muy afinada la explicación buenista del presidente Zapatero, según la cual que el PSN siga en la oposición favorecerá "la convivencia". Hubiera sido más sensato admitir que la dirección del PSOE ha decidido en estos momentos actuar con criterios españoles para el fin superior de ganar las próximas elecciones legislativas.