TEtl pasado sábado Cáceres era una fiesta. El mercado medieval ornaba las callejas con sus puestos de siempre iguales y siempre distintas ofertas. Toldos, tenderetes, dulces, aromas, plata, cuero, potingues, mejunjes, bebidas, afeites, manjares, atmósfera intemporal del trueque, espíritu de convivencia y vitalidad que en España, desde los traductores de Toledo, hermanó lo mejor de cada raza para despeñarse luego en un desastre de fanatismo, persecución y desperdicio de talento. El pasado sábado bullía la ciudad antigua en su judería y aledaños, repleta de vida nueva y vieja, de historia, de pan y de sal. Familias, viajeros, turistas, enterados, alternativos, gente pija, jóvenes, ciudadanos por Extremadura paseaban, visitaban, admiraban, tomaban cañas y chorizo y kebabs y salchichas en irresistible mixtura de evasión, disfrute y fusión de tendencias. El centro Helga de Alvear albergaba una extraordinaria exposición de arte español contemporáneo, a la vez lujosa y necesaria. Más abajo se podían disfrutar las imágenes de una cofradía cacereña abierta para la visita pausada, rauda, asombrada o contemplativa de su sangrante imaginería. En el corazón del casco antiguo la sala Chroma ofrecía al público una tauromaquia de Barjola que es pecado perderse. La Preciosa Sangre era el marco de un nuevo concierto de música antigua y en la Escuela Superior de Teatro, una muestra hispano lusa de diseño sorprendía a fuerza de imaginación, elegancia y originalidad. Además, el festival de flamenco y de noche un concierto enloquecedor en el ferial que congregó más gente de la que cabía.

Cáceres gozosa de iniciativa e imaginación. Fiesta singular en el marasmo en el que se pretende sumida España. No una localidad asustada en una nación asustada, sino una ciudad bullente deseosa de vida. ¿Y saben por qué? Porque la cultura salva. De la irreflexión, del aburrimiento, de la manipulación, de la rutina, de la pobreza, del pesimismo, del derrotismo, de los negros presagios, de los depredadores y de su prima, la del riesgo. Apréndanlo los futuros gobernantes.