Las sociedades mejor informadas del mundo conviven desde hace unos días con otra angustia: la nueva gripe que está afectando a la comunidad internacional. Las alarmas saltaron hace solamente diez días cuando se supo que el virus de la llamada gripe porcina había mutado y afectaba a los humanos. Es decir, se nos venía encima una enfermedad altamente contagiosa para la que los sistemas nacionales de salud no tenían respuesta inmediata. No debe extrañar, por tanto, que las autoridades sanitarias, empezando por la propia Organización Mundial de la Salud (OMS), tomaran severas medidas preventivas para que la alarma y los efectos de la nueva gripe fuesen los menores posibles.

Sin embargo, se han alzado en los últimos días numerosas voces que hablan de un exceso de alarmismo por parte de los organismos sanitarios, que se suma al que ya soportan las hiperinformadas sociedades actuales a propósito de la crisis económica que las está afectando, el cambio climático y las nuevas amenazas nucleares. Cobran así fuerza las ideas, que pueden ser más o menos disparatadas --emparentadas con las teorías de la conspiración, tan al uso--, de que una especie de mano negra pretende tenernos permanentemente asustados. Los medios de comunicación serían los cómplices de esa estrategia de desmovilización social.

Es evidente que ante el bombardeo de información sobre la nueva pandemia que está afectando a la población, mucha gente se siente inquieta y contempla la profusión de informaciones sobre la gripe como un intolerable intento de complicarle la vida. Pues bien, si algo tiene de bueno la sociedad de la información es que alertas planetarias como las provocadas por este virus son de extrema utilidad para combatir sus efectos y para que la población tome las medidas necesarias para evitar su propagación. Porque el riesgo está, precisamente, en la expansión incontrolada del mal como consecuencia de la desinformación.

Las autoridades sanitarias están haciendo, por tanto, muy bien en alertar a la población mundial de lo que está pasando porque esa es su principal responsabilidad.

Otro debate que se está produciendo es el de los medios de comunicación. Es posible que haya habido tratamientos amarillistas, o excesivos, pero en general han intentado exponer ante el público un asunto complejo.

Porque es cierto que se trata solamente de una amenaza, que las consecuencias pueden ser leves, e incluso insignificantes dentro del panorama sanitario mundial. Pero también lo es que los científicos han dado la voz de alerta con un conocimiento de causa y que una gripe planetaria incontrolada, aunque sea vista desde nuestros privilegiados sistemas de salud, puede ser letal para muchas personas que viven en el tercer mundo y que no tienen a su alcance los medios de los países desarrollados.