Sin cobertura. Sin señal. Sin datos. Sin wifi. Sin Whatsapp. Lo he logrado. Pero no voluntariamente a decir verdad. En realidad no puedo vivir sin móvil. Cómo ese pequeño aparato se ha convertido en el centro de mi vida.

Cuando tenía unos 14 años mi mayor deseo era un Nokia, con el juego del snake. Lo más deseado en las aulas del momento. Los Reyes me hicieron conformarme con un Alcatel. Igual le di buen uso. Mensajitos, toques, una nueva comunicación. Pero nada que ver con los smartphones. Con mi móvil veo las noticias, la predicción meteorológica, me sitúo en el mapa y me comunico. Una comunicación constante. Indefinida. Miras la hora pero en realidad compruebas si tienes alguna otra notificación. Quieres salirte de los grupos de Whatsapp pero también quieres estar al día. Quieres hablar con tu amiga pero te desesperan sus ocho-minutos-de-media de audio. Esperas el mensajito de esa persona especial...

Dependencia emocional. Adicción. Lo reconozco. He pasado días sin internet porque no tenía opción y el móvil pasó a tener un papel secundario. Activado el modo avión. La batería llena. Ah pero si aparece una zona wifi vamos todos en masa a captar un poco de señal. Y qué bien si de repente entran un montón de mensajes y notificaciones. Y qué mal si no llega nada.

He estado leyendo y dicen los especialistas que se puede llegar a sentir altos niveles de malestar emocional, ansiedad, depresión o fatiga. Se presentan conductas disfóricas, de insomnio, irritabilidad, aburrimiento, soledad, ira o nerviosismo. Yo a tanto no llego. Por el momento.

Pero es que esta nueva forma de comunicación también tiene sus propios códigos y normas que aprender y manejar: «No le respondas al momento, que espere». «¿Por qué me dejaste en visto?». «Está en línea pero no me responde».

También se ha convertido en arma de doble filo con la que pleitear, chantajear y hasta probar nuestra verdad. Ahí está. Queda escrito.

Arma de doble filo es el concepto. Doy las gracias a las redes sociales y a la mensajería instantánea por mantenerme en contacto fácilmente con tantas personas y por poner toda la información del mundo a disposición en mi mano. Las maldigo por la misma razón.

*Periodista.