WCw uando se recorre Europa en coche por vías principales --autopistas, de peaje o libres-- se nota enseguida que la larga mano de Bruselas tendente a la armonización de las normas no ha alcanzado a las denominadas áreas de descanso. Pocas responden a ese concepto, un espacio adecuado para que quien conduce por profesión u ocio pueda cumplir con el consejo, incluso exigencia, de apartarse de la carretera cada cierto tiempo.

Una veintena de clubs del automóvil de toda Europa han establecido unos baremos de calidad para poder puntuar estas áreas de descanso, expresión cuyo significado es distinto de lo que en España se conoce como área de servicio. El trabajo de los inspectores de los clubs, en su recorrido de 31.000 kilómetros, ha partido de unas exigencias mínimas de lo que un conductor puede esperar de esas zonas. Que se pueda aparcar bien y sin riesgo, que los espacios para picnic estén en condiciones, que la iluminación y seguridad sean suficientes y, sobre todo, que los sanitarios --si los hay-- estén limpios. Son criterios básicos, pero que aplicados a más de un centenar de zonas de descanso, desde España hasta Noruega, solamente han superado con nota un 40% de ellas. Y de las ocho áreas elegidas en España, ninguna ha alcanzado el aprobado, según los criterios establecidos.

Es positivo que los clubs del automóvil hagan de antena de lo que exigen los usuarios, aunque no se acabe de reflejar la diferente cultura de los viajeros de largo recorrido. De momento, la opinión muy mayoritaria es que, se llamen como se llamen, las áreas de descanso de las autopistas son manifiestamente mejorables.