TSti alguien, en algún momento, había pensado que la globalización planteada desde el liberalismo era una forma de extender y repartir las riquezas por todos los lugares del planeta, ya se habrá dado cuenta de que la estrategia no funciona así, y que lo que realmente hay tras el invento es la utilización de cada rincón del orbe para engordar de forma masiva a los poderosos. Ya han quitado las fronteras para las mercancías y capitales aunque este tipo de libertades tardará en llegar a los seres humanos. Todo vale para lograr los objetivos marcados: las fábricas se mueven de punta a punta para que el dumping social engrose los balances, se compran derechos de contaminación y, en el clímax de las perversiones, se traslada a presos hasta países con legislaciones indignas para torturar sin escrúpulos. Sabíamos que aquellos globalizadores no eran almas altruistas y caritativas, pero jamás pudimos pensar que el invento del nuevo siglo fuera extender la injusticia, afinar en las formas de explotación, zafarse de las legislaciones sobre Derechos Humanos y, en definitiva, deslocalizar la miseria.

*Profesor y activistade los Derechos Humanos