Algunos sociólogos empiezan a augurar que este gigante de barro llamado Occidente se ha caído al recibir una colleja de Dios por no haber hecho bien los deberes y deberá cambiar su forma de caminar cuando se levante de nuevo. Quizá esta crisis sea una aviso para que pongamos freno a esta velocidad engañosa a la que llamamos progreso, para que dejemos de mirar sólo al frente y nos detengamos a observar lo que ocurre a nuestro alrededor, para que tomemos las medidas pertinentes antes de que el mundo se desmorone del todo. Por lo tanto, podríamos pensar que no hay crisis que por bien no venga, siempre y cuando no llevemos a la práctica el dicho de el hombre es el animal que tropieza dos veces en la misma piedra .

Cuando todo vuelva a la normalidad, cuando los bancos se curen de su taquicardia y los parados de su depresión porque han vuelto al trabajo, tendremos que buscar una terapia para sanar a este engendro llamado Occidente de su cleptomanía --esa forma tan sui géneris de hurtar materias primas y horas de trabajo a los habitantes de los países subdesarrollados-- y su incontrolable consumo compulsivo. Tendremos que pensar en ese otro mundo, llamado tercero, que lleva padeciendo la crisis desde hace siglos, con el que nunca nos hemos solidarizado los ostentosos occidentales legítimos.

Una vez que hayamos salido de la crisis, seguramente los habitantes de los países de ese tercer mundo nos pregunten: "Ahora que sabéis lo que significa pasarlas putas, ¿no nos vais a ayudar? ¿Seguiréis explotando nuestras tierras en vuestro beneficio, nos seguiréis utilizando a cambio de sueldos miserables para fabricar vuestros utensilios, seguiréis consintiendo que sátrapas desalmados nos gobiernen o nos ayudaréis a democratizar nuestros países para que prosperemos?". Quizá también nos hagan esta ingenua pregunta: "¿Si echásteis a un tirano de Irak con la burda excusa de democratizar ese país, por qué no hacéis lo mismo con nuestros déspotas caudillos que nos tienen sometidos a la miseria?".

Cuando salgamos de esta, ¿habremos aprendido todos la lección y comenzaremos a hacer todos bien los deberes, o seguiremos declamando cada uno a su manera el verso de Góngora que dice "Ande yo caliente, ríase la gente?".