El próximo martes se celebrará el Día de Extremadura. Pocas ganas hay de celebrar nada, en este comienzo de curso marcado por las curvas cada vez más peligrosas del coronavirus, con los niños enmascarados en clase, respirando durante cinco horas su propio dióxido de carbono, y con la incertidumbre de hasta cuándo tendremos que convivir, para poder vivir, con lo que muchos llaman «el bicho».

También para el turismo hay un margen de crecimiento considerable. No en vano, si Baleares, Cataluña, Canarias o Valencia hacen su agosto con el turismo extranjero, en Extremadura, como en Galicia, predomina el turista ibérico: español y portugués. Por eso fue un acierto (más vale tarde que nunca), que las comunidades de Extremadura, Galicia, Castilla y León y Andalucía firmaran un protocolo de colaboración para impulsar el Camino de Santiago por la Vía de la Plata, de cara al Año Xacobeo 2021. En un momento en que en todo el mundo, por las restricciones y temores, mucha gente opta por el turismo nacional, que casi siempre es más sostenible, era imperdonable que esa ruta estuviera tan descuidada, hasta el punto de que un peregrino alemán falleciera por golpe de calor tras kilómetros y kilómetros sin poder encontrar agua ni sombra, en el larguísimo trecho entre Casar de Cáceres y Cañaveral. Revitalizar la Vía de la Plata y, por qué no, a la larga resucitar el ferrocarril que se eliminó de modo tan absurdo, parece un proyecto turístico más sensato que el querer atraer a turistas de Extremo Oriente con un Buda de plástico.

Claro que a muchos políticos solo les gustan los proyectos de campanillas, y en cambio desdeñan lo que no ocupa portadas: al final, tras decir primero que no, se aumentaron los autobuses al campus universitario de Cáceres, para evitar que vayan como sardinas en lata en estos tiempos de distancia social. Menos mal, pues esa línea es la única rentable de la ciudad. Gratis deberían ser esos autobuses, y los trenes, para los estudiantes extremeños que deciden quedarse a estudiar en su tierra, cuando el 40 % se va a las universidades de Sevilla, Madrid o Salamanca.