TEtsta especie de mundo globalizado tiene un grave problema: el de los fundamentalismos. El viejo dilema de la defensa de una idea por encima de todo. La masacre ocurrida en Madrid lo ratifica; lo pasado en Nueva York lo presentía, y lo acontecido en Israel lo corrobora. Esta especie de planeta de la inconcordia se encuentra sumido en un grave problema: el del terrorismo internacional. Ya no se persigue el atentado político, sino el atentado social; el que mediatiza a todo un pueblo frente a la estrategia calculada y cruel de organizaciones terroristas.

Decía el malogrado juez Falcone que el problema al que se enfrentaba nuestra sociedad, respecto a las organizaciones criminales, era el de su socialización ; esto es, el de su existencia bajo el paraguas de ideas, instituciones y organizaciones legales y estructuradas. Quizá sea este el mayor de los hándicap para contrarrestar a estas mafias. El de haberles dejado, en exceso, que mitifiquen sus planteamientos radicales, al albor de supuestos menoscabos de sus ideas. Parece evidente, por tanto, que el denominado fenómeno del terrorismo no es más que la actuación de bandas criminales, cuyo único antídoto es el de la detención de todos sus miembros; y muy importante, la descapitalización de su patrimonio económico.

*Abogada