Samira Azaiz, una mujer de origen marroquí que lleva afincada 13 años en Villanueva de la Serena, ha pedido protección para ella y para el resto de su familia ante el comportamiento agresivo de su hijo de 12 años, cuyo último episodio ocurrió hace poco más de una semana cuando blandió un cuchillo ante su hermana de 26 años y, aunque no le produjo heridas, sí le provocó una crisis de ansiedad de la que tuvo que ser atendida por los servicios sanitarios.

La difícil decisión de Samira de pedir protección frente a su hijo debería haber encontrado un eco mayor del habido hasta ahora. La Dirección de Infancia y Familia de la Junta admite que conoce este caso desde octubre del 2009, cuando le informó de ello el ayuntamiento de la localidad, y que de lo averiguado se deduce que el niño no está desprotegido, como si ese fuera el problema.

Este caso, no obstante, requiere protección para el niño --los servicios sanitarios han tenido que atenderlo porque su comportamiento agresivo se vuelve contra sí mismo--, pero también para el resto de su familia, un extremo que está todavía por resolver. Ni que decir tiene que se trata de un caso complicado y que rompe los esquemas establecidos (¿quién puede esperar que una madre pida que se le proteja de su hijo de 12 años?), pero precisamente por eso es obligado escapar del corsé de los protocolos para hacerle frente teniendo en cuenta que aquí todos son víctimas que necesitan el amparo de los poderes públicos.