Periodista

El consumo de drogas, legales o ilegales, es un hábito tan fácil de adquirir como difícil de regular. Se supone que un adulto es responsable de cómo gasta su dinero, su tiempo y su salud. Eso no vale para los que llamamos, con notable imprecisión, menores de edad. Pero en las sociedades desarrolladas la edad del primer porro es cada vez más precoz, su consumo más extendido y mayor su prestigio en la subcultura preadolescente.

Las autoridades sanitarias proponen más información. Pero por sí sola no basta para estimular conductas saludables. Hace falta socialización, autoridad y un paisaje de adultos significativos y vivos, para ensayar la vida y sus errores.

Hacerse mayor es tomar responsabilidades, y eso se aprende por imitación o no se aprende.