Conocíamos el efecto mariposa, el efecto Pigmalión y desde hace unos años el efecto llamada. Para quien no conozca el mundillo educativo, el efecto llamada hace alusión a la posible afluencia masiva de opositores provenientes de otras comunidades que opositarían en aquella que convocase un cuerpo o especialidad que no se convoca en la de origen. El perverso efecto, además de la competencia, serían las listas de interinos y su orden, y consecuentemente la posibilidad de retrasar o imposibilitar el acceso a puestos en régimen de interinidad de los que ya pertenecen a esas listas.

Soy consciente de que el tema es tabú, oficialmente nadie debería proclamar a los cuatro vientos que un trabajo público debe ser para los propios y no para los extraños, en una especie de discriminación por razón de origen.

El problema tácito está encima de la mesa y como siempre, en esta España nuestra, empezamos peleándonos para al final llegar a un mal acuerdo a través de una solución que de aplicarse antes, hubiese evitado el problema. Las comunidades autónomas, cada una con su dosis de autoproteccionismo mal entendido, esperan cautelosamente para al final sacar los mismos cuerpos e incluso las mismas especialidades, cual partida de póker rancia.

Oigan, queridos y estimados dirigentes, ¿no hubiese sido mejor haberse puesto de acuerdo antes y no jugar al ratón y al gato, con puestos de trabajo como fichas, y no después con los consiguientes daños colaterales para una u otra especialidad, cuerpo o acceso a los mismos?

Igual que los extremeños tienen derecho en igualdad a presentarse en cualquier comunidad, es totalmente injusto e intolerable contemplar cómo se blindan listas para ya los integrantes de algunas comunidades mientras impávidos los extremeños celebramos jornadas de puertas abiertas.

Lo ideal sería que la conferencia sectorial a propuesta del ministerio, determinase un calendario fijo y estable común a todas las administraciones, con máximos y mínimos en número en cuanto a oposiciones docentes, al fin y al cabo es lo que se va a hacer pero sin control ni medida de las consecuencias. Y si no se regula, y cada uno hace de su capa un sayo, entonces sí, habrá que apretarse los machos, que la caridad empieza por uno mismo.

* Maestro