TNto se le echaba de menos. Desde que dejó de estar en una televisión, no es que el panorama general hubiera mejorado --entre otras cosas, porque el también desaparecido Sardá ocupó, mejoró y explotó el reino de lo cutre y del pésimo gusto-- pero había uno menos. Ahora ha vuelto Pepe Navarro , y, en lugar de hacerlo en una televisión privada, lo ha hecho en la pública, la que se paga con el dinero de todos los contribuyentes, la que tiene unas pérdidas y unas deudas millonarias, y en la que hay pendiente un Expediente de Regulación de Empleo que pondrá en la calle a miles de trabajadores.

Cuando Sardá era el rey de la noche, escribí que él no tenía la culpa. La responsabilidad es de quien contrata y programa estos shows a mayor gloria de los propios presentadores. El programa es el mismo en una televisión pública que en una privada; la diferencia es que los gestores de una y de otra juegan con la misma baraja, pero con restos y objetivos diferentes. Unos se juegan el dinero ajeno y otros, el propio. Unos programan para ganar audiencia y dinero y los otros deberían hacerlo para servir el interés público.

El programa de Pepe Navarro tiene dos aspectos fundamentales: nos retrotrae a lo peor de lo que vimos en los 90 y, además, sigue siendo igual de malo, con personajes que no aportan nada. La mujer sigue ocupando el mismo lugar que ocupaba en programas anteriores: sombras insinuantes que bailan. Y, por si fuera poco, el guión es malo y el humor, grosero, basto y sin inteligencia... ¿De quién es la responsabilidad de dar un espacio de oro a un programa basura en una televisión pública? ¿Qué va a enseñar un profesor en una escuela pública a unos alumnos que ven que el triunfo es eso? ¿Vale todo en una televisión pública? ¿Cuáles son los modelos de la televisión pública?

Un buen día José Luis Rodríguez Zapatero me dijo que quería impulsar un cambio profundo en la radiotelevisión pública estatal, que ya estaba bien de que los políticos jugaran con la televisión pública. Y que él quería ser el presidente que rescatara la televisión española de los políticos y se la devolviera a los ciudadanos. Y me preguntó: "¿estás dispuesta a ayudarme en eso?". Sólo una pregunta: señora Caffarel , ¿el cambio era esto?

*Periodista