Cuando enviaron tropas a Irak, a una guerra provocada por la avaricia de los que terminaron destruyendo el país, en contra de las resoluciones de la ONU, dijeron que los soldados españoles no iban a la guerra, sino a una misión de apoyo "humanitaria". Ahora, cuando se desplazan nuestras tropas en Afganistán, en un despliegue auspiciado por la ONU para vigilar una zona amenazada por el terrorismo, y solicitado por las propias autoridades afganas, parece ser que sí se les envía a la guerra.

Cuando millones de personas en todas las ciudades españolas, reclamaron la no intervención en aquella mentira, ellos llamaron pancarteros a los líderes que apoyaron las voces de la calle. Ahora, cuando en lugar de hacer política, se dedican a convocar una manifestación tras otra, apropiándose de los símbolos de todos, las pancartas (sólo las suyas, porque las de otras manifestaciones no les valen) se levantan como el mejor símbolo de la libertad de expresión.

Ellos negociaban con ETA, hablaban de paz y de proceso, y denominaban al grupo terrorista "movimiento de liberación vasco". Ahora la paz es rendición, y los intentos de alcanzarla una traición a las víctimas y a la democracia.

Ellos excarcelaron a 64 terroristas, uno de ellos, condenado a 311 años de prisión, cumplió menos de 16; otro, condenado a 221, cumplió 20; y así sucesivamente. Y acercaron a 42 presos a cárceles del País Vasco, al mismo tiempo que negociaban durante la tregua del grupo terrorista.

Y ahora se llevan las manos a la cabeza. ¿Será que no somos capaces de entender su rasero?