El presidente Obama regresa a la Casa Blanca menos solo, en lo que respecta a la guerra de Siria, de lo que lo estaba antes de llegar a San Petersburgo. Lo hace con el G-20 partido por la mitad, pero con un embrión de coalición para dar "una respuesta contundente" a Bashar el Asad sobre el uso de armas químicas. Además del ya conocido apoyo de Francia y Turquía a una intervención militar en la que ambos están dispuestos a participar activamente, el presidente de EEUU ha sumado la adhesión de otros siete países, entre ellos España e Italia. La "respuesta contundente" contra Siria que Madrid suscribe es suficientemente ambigua como para no interpretarla inequívocamente como un apoyo a una acción militar.

Vladimir Putin , las imágenes de unos rebeldes ejecutando a soldados del Ejército sirio e incluso el papa Francisco movilizado contra un posible ataque suman obstáculos al empeño de Obama de castigar militarmente a Asad. La esperanza de que la reunión del G-20 sirviera para acercar posiciones se ha visto defraudada. En Washington, Obama tampoco lo tendrá fácil.El uso de armas químicas debe ser repudiado y hay que evitar que se repita. Cualquier acción militar de castigo debe hacerse con el aval de la ONU, lo que hoy por hoy la posición de Rusia impide.