Escritor

El caso Cristina Alberdi, que no ha sido precisamente una sorpresa, me sugiere cuatro consideraciones.

Una, todo el mundo es libre de discrepar de la línea que sigue su partido, y esto no tiene por qué significar --como suele ocurrir-- ser enviado a las tinieblas exteriores. Dos, no debería caer en el olvido la crítica de Alberdi a la falta de asunción de responsabilidad por parte del PSOE en el caso de la Asamblea de Madrid. Tres, que el PP alabe la independencia de criterio de Alberdi es una muestra de oportunismo indecente. Y cuatro, toda la legitimidad de la crítica de la dimisionaria se va al traste si no renuncia a su escaño: guste o no guste, en un sistema de listas cerradas, los diputados lo son, antes que nada, por decisión de su partido.