TEts lo que me empuja hacia la virginal caricia de la noche en noctámbula pose de indecisiones y quebrantos. Eso, sí, eso, el indescriptible rumor de la caléndula en arrebato insolente sobre la cama de letras que dibujas en mi espalda. Eso, sencillamente saber que os tengo para mí y mis antojos, os poseo en libertad como juguetes llameantes en la yema de mis dedos, abusadoras de mi sueño y siempre amigas en el febril momento del insomnio. Eso sois, eso, mis amadas letras mis amores libros...

Eso y no otra cosa me ha llevado hoy hasta el umbral de una casa en ruinas, adosada a un templo también en ruinas que a su vez daba sombra a una plaza en ruinas donde no hace mucho existía un mercado de flores y marionetas que hoy ha sido declarado en ruinas. Observo en silencio la escena, todo alrededor son ruinas y modulación de armónicas gotas de agua en lluvia. El corazón una nube y el alma, aire hilvanando hojas. Camino en silencio y llego a la escena de estas ruinas sintiéndome columna herida, piedra suelta de un mosaico.

Entonces, despliego en la casa convertida en ruinas un mantel de cuadros y sobre él mis botes de pintura, mermelada de clementinas y melisa en polvo. Luego extraigo de mi cesta la sopa de letras, el pan de tinta y lápices tres delicias para componer mi bodegón de los presagios. Escribo primavera y salen del mantel mil flores de miel en busca de golondrinas. Eso, eso es todo lo que poseo en este instante de memoria y pensamiento en ruina.

Eso es lo que dicen que nos pasa, que estamos en ruina y son goteras nuestras lágrimas en caída libre hacia el vacío. Es por eso que escribo primavera y se expanden las semillas a través del viento buscando hacer nidos para el cuco. Escribir jugando al pilla pilla con estas mis amadas letras mis amores libros... Escribir como los niños apretando bien la tiza de los dientes, haciendo redondeles de humo en el cielo de un cuaderno azul, escribir para no asustar al espantapájaros que vigila entre las higueras de la tarde. Eso es lo que dicen que nos pasa si afrontamos la tarea de reconstruir las ruinas: la oceánica primavera. Eso.

XYO ENCONTREx un pedazo de ella esparciendo madrigales en medio de la desolación, pinceles traigo. No se encienden primaveras todos los días así que aproveche que hemos llegado a la estación tras una larga travesía de túneles y abrácela como si hoy mismo, ella se muriera. Escriba primavera y emergerán versos entre tanta devastación. Yo descubrí retales de ella cosidos a mi falda una mañana en que todo pintaba gris, y comencé a flotar sobre un asfalto empedrado de cristales rotos. Estaba escribiendo primaveras sin apenas darme cuenta, jugando al pilla pilla con mis amadas letras mis amores libros...

Eso, eso es lo que quiero que busque y rebusqué en el baúl de sus enredos domésticos, primavera y jugo de palabra, hilo de pescar para ir a buscar los recuerdos que anochecen en el río de la vida. Lo aprendí bebiéndome los libros, rozando con la yema de mis dedos su carne tierna hecha letra. Solo allí, entre las ruinas de un desván de palabras carcomidas por el tiempo... pude hallar la entonación exacta para llamar a cada cosa por su nombre sin quebrantar los bosques. Solo allí, entre las ruinas sin límite de una ciudad abocada al cataclismo pude sustraer los verbos sustantivos y epítetos que adornan el boceto de mi habitación.

Allí, en un fondo mediterráneamente submarino y acotado en sus límites por la mano de un Dios todopoderoso, encontré el tesoro no escondido de la escritura. Sin la rosa de los vientos adosada al pecho y sin brújulas en el corazón desnortado, emergió luminosa, sin avisar, como la pleamar casi siempre traicionera. Eso es lo que dicen que nos pasa si buceamos hacia los mares que llevamos dentro, si buscamos y rebuscamos, si aramos la superficie de piel quemada por el sol de la ignorancia, si preparamos la tierra para que el viento haga penetrar en ella la semilla y fecunde y eche raíces y luego se haga cuerpo y más tarde hombre.

Escribo primavera y me nace un hombre que crece y multiplica sus talentos. Eso es lo que dicen que nos pasa si estudiamos la arquitectura de las flores y el fluir de las palabras en toboganes de papel. Un aleteo de plumas que vierte sobre la siesta del hombre la sombra frondosa del césped en su punto de ebullición. Eso que yo llamo paz y tu primavera. Voy saliendo despacio de entre las ruinas, no hay casa ni templo ni plaza ni mercado, nada se escapa al alboroto de los pinceles que traigo en mis manos. Escribo primavera y con ella me florece la costumbre de coser palabras en los labios. Solo eso poseo, mis amadas letras mis amores libros.

*La autora es periodista