TEts ya casi un teorema de la política española el que, al instante siguiente de que se tuerza el rumbo electoral y las encuestas empiecen a asomar una amenazadora oreja lobuna, el partido afectado le echa la culpa del asunto a que comunican mal. El paso siguiente es salir a trovar ministros y voceros de todo tipo con alguna consigna titular y ponerse a venderla por calles, plazas, platós, emisoras, redacciones, desayunos, almuerzos, cenas, corrillos, portales, confidenciales y hasta campos de fútbol, si se dejan.

El síndrome galopa estos días por las filas del PSOE empeñado en que la comunicación , el éter, sus voceros y, por supuesto, los crispadores del PP y sus aliados mediáticos son el causante de su cuesta abajo (y a punto de perder los frenos) electoral. La culpa hay que echarla a cualquier cosa y buscar la excusa más peregrina, antes que reconocer la viga en el ojo, el tozudo hecho con el que se dan de bruces, y que pretenden ignorar, llamado --no sé si mentar la bicha-- Estatut. Que no les gusta a muchos, y muchos socialistas, y que repugna tal y como está redactado ahora, y es lo que hay, a cualquier principio de igualdad y de cohesión.

Es el hecho, el Estatut, la máquina de picar votos socialistas, y son los socios separatistas o del más radical de los nacionalismos los que tienen llagados los flancos del Gobierno. Y pueden echarle la culpa a los populares de todo, incluso de matar a Manolete , pero resulta que el Estatut no lo han hecho ellos, que lo han hecho Maragall, Carod, Mas y Cia, con las paternales bendiciones de Zapatero . Y eso, por mucho que comuniquen los comunicadores, es lo que la gente sabe y de lo que no se apea. Que, simplemente, es que no es tonta ni compra relojes de madera, vamos.

Que es lo mismo que cuando el PP se empeñó en comunicarnos bien la guerra de Irak, y que no había manera, que el personal seguía diciendo que ni hablar, y entonces, como ahora, empezaron a hacer blanco sobre los periodistas críticos. Se pusieron a acumular consignarios en todas las frecuencias y les dio igual que les dio lo mismo. Y para crispación la de entonces, con los apedreos de sedes, los gritos de asesinos y los acosos a Gallardón desde el aula hasta el metro...

Pues ahora, no se equivoquen, en las mismas están. O se enteran, que yo creo que sí lo saben pero hacen como que no, de que la almendra es el Estatut y lo pelan bien, o los que acaban dejándose el pellejo en la gatera son ellos.

*Periodista