Periódicamente aparecen en la prensa noticias, memoriales o encuestas acerca de, por ejemplo, ¿de qué tenemos fama los españoles?, ¿qué piensan los extranjeros de nosotros?, ¿adolecemos acaso de complejo de inferioridad? También menudean investigaciones sesudas sobre el puesto de nuestro país en el ranking de eliminación de la desigualdad social, el número de delitos de odio o el porcentaje de riesgo de pobreza infantil.

Pese a que hay ámbitos que aparecen menos en los periódicos, por pertenecer a un rango más especializado de información y con mucho menos eco entre la población, como, por ejemplo, las operaciones de nuestras Fuerzas Armadas o la eficacia de nuestra administración de Justicia, lo cierto es que vivimos en un mundo en el que todo se evalúa. De ahí que, año tras año, provoquen enorme interés y comentarios los resultados del informe Pisa sobre la eficacia de nuestro sistema educativo, y cualquier persona de su casa se crea con la suficiente información para opinar sobre el mismo.

Sin embargo, el colmo de ese afán clasificatorio creí encontrarlo, aunque siempre puedo llevarme una sorpresa en un futuro, al hallar en un periódico el mapa interactivo en el que, cual número de lotería premiado, simplemente pulsando mi distrito postal, podía saber si vivía en la España rica o la pobre. Fíjese, querido lector, en el nivel de permanencia del mito de las dos Españas, en este tiempo globalizado. Por un segundo acaricié la fantasía de que mi humilde 10002 aparecería clasificado blanco sobre negro como potentado, pudiente, rico, acomodado, pobre, pobre de solemnidad, miserable o paria total. Fantasía morbosa y cotilla, dirá usted, pero que otorgaba a mi distrito un grado de visibilidad superior al de esa ballena varada en una playa, merecedora de premio, sí, pero totalmente ajena, en mi opinión, al Cáceres en el que vivimos.

Pero, inevitablemente, mi distrito no apareció. Y el siguiente informe que me tocó leer fue el de que los alumnos admiten que se pasan horas mirando el teléfono móvil. Más de lo mismo y otra vez será.