CRISIS SANITARIA

Esta «guerra» no ha acabado

Montse del Río Arrabal - Santa Marta de los Barros

Durante el estado de alarma la mayoría de ciudadanos hemos cumplido estrictamente las medidas sanitarias para contener esta pandemia, pero también han sido numerosos los ejemplos de incumplimiento de las mismas a lo largo y ancho de la geografía. Malos ejemplos que se han multiplicado tras la finalización del estado de alarma el pasado 21 de junio y con la apertura de nuestras fronteras. Uno de ellos el acto de celebración realizado el pasado 3 de julio en Santa Marta de los Barros, organizado por su Ayuntamiento, como homenaje y reconocimiento a todos los que de una forma u otra habían colaborado en la lucha contra el covid-19 en Santa Marta y a la que asistieron, entre otros, miembros de los tres grupos políticos con representación municipal. Otros, muy acertadamente visto lo visto, declinaron la invitación. Sin ningún tipo de pudor el Ayuntamiento publicó en redes sociales varias fotografías en las que pocas son las personas que portan mascarillas, menos aún las que mantenían la distancia de seguridad, lo que se acerca más a la irresponsabilidad que al reconocimiento y homenaje a los colectivos implicados en la lucha contra esta pandemia. Esta «guerra» no ha acabado aún y son numerosos los brotes que se están dando en todo el país, también en Badajoz, por lo que no seguir adecuadamente las medidas de seguridad de manera individual es como mínimo señalable. Más reprochable es, si cabe, cuando el seguimiento inadecuado de éstas se da en actos públicos o entre representantes sociales.

OPOSICIONES DEL SES

Lo que puede hacerse en tres años (y lo que no)

Ángel Ramón Pastor Rincón - Orellana la Vieja (Badajoz)

Según las crónicas familiares, mi bisabuela Josefina tuvo sus cuatro hijos en ¡tres años!, siendo el último de ellos, sietemesino, mi abuelo Aurelio, que fue hombre de aficiones tan dispares como la cría de jumentos y las antigüedades, aficiones que propiciaron que su yegua Berta trajera al mundo tres mulas en el lapso de ¡tres años!, animales estos muy nobles y útiles para el transporte de cargas y para la realización de expediciones, hecho que mi abuelo aprovechó para embarcarse con su amigo Thomas (reputado arqueólogo residente en Mérida) en un viaje que les llevó, a lomos de sus mulas portadoras, por la costa norteafricana y que acabó en El Cairo, donde centraron sus investigaciones en la Ciudadela de Saladino, llegando ambos a la conclusión de que su muralla norte, paradigma de arquitectura monumental, fue construida en el transcurso de ¡tres años!, hallazgo celebrado por la egiptología en su conjunto y que hizo retornar a los dos satisfechos exploradores sobre los pasos de sus bestias hasta Extremadura, de la que estuvieron ausentes durante ¡tres años!: Thomas, camino a Mérida, mi abuelo, rumbo a Orellana, donde fundó esta familia a la que siempre trató de insuflar el aliento de las grandes empresas y el concepto de la productividad del tiempo, nociones que asimilaron y creyeron a pies juntillas todos sus descendientes, incluido yo, este pobre opositor a celador del Servicio Extremeño de Salud, pero que creí hasta estos días, pues esta Administración que rige las vicisitudes de mi destino ha venido a tambalear el segundo axioma que heredé de mi abuelo (el de la productividad del tiempo), en tanto que no concibo como la resolución del proceso selectivo del que soy participante y que comenzó en septiembre de 2017, es decir, hace ya ¡tres años!, aún sigue irresoluto. ¡Dios te perdone a ti y al SES, abuelito Aurelio!

MONARQUÍA

¿Por qué no te explicas?

Miguel Fdez-Palacios Gordon - Madrid

Las informaciones sobre supuestas actividades ilícitas del rey emérito Juan Carlos I, unidas a su posible exilio/retiro/fuga en República Dominicana, revisten la suficiente gravedad para exigir explicaciones. Y quiero aclarar que la inviolabilidad constitucional que goza ampara lo que hizo en el desempeño de las funciones inherentes a su cargo, jamás posibles trapacerías para lucro personal. Precisamente, la dignidad del destino que ejerció, la jefatura del Estado; el palacio donde vive, y que todos le pagamos; la repercusión mundial del caso; su responsabilidad como más alto representante del Estado español en las relaciones internacionales, que no debió enturbiar con acciones presuntamente ilegales, le obligan a explicarse ante los españoles.