Apreciados refugiados, lamentamos comunicaros que las puertas están cerradas. Pero no para todo el mundo. Esta carta va dirigida a aquellos que estén huyendo de la guerra, la pobreza extrema, la intolerancia... Nosotros (Europa) hemos decidido que vosotros (refugiados) debéis cumplir ciertos requisitos para poder vivir aquí. Si el destino os ha forzado a dejar todo atrás, entonces es difícil que encontréis un hueco en la zona más opulenta de la tierra. Es hora de que recojáis vuestras posesiones, debéis volver. Pero esta vez ya no será necesario que os infiltréis en una temeraria travesía; nosotros tenemos los medios para organizar vuestro viaje de vuelta y os escoltaremos con policías y soldados. ¡Qué irónicamente seguro será el regreso! Ahora ya no os veréis obligados a esperar con temor e incertidumbre en campamentos humillantes mientras nuestros guardias levantan muros e interpretan el acuerdo de Schengen. Debemos darnos prisa, debéis marchar rápido, antes de que el resto del mundo empiece a protestar. Olvidad la palabra refugiado, si alguien pregunta, sois inmigrantes ilegales. No os preocupéis, Turquía os acogerá bien. Para vuestra tranquilidad, aseguraos de no leer los informes de Amnistía Internacional y Acnur, que hablan sobre el trato que reciben los refugiados por parte del país otomano. ¿Hemos vuelto a usar la palabra refugiados? Queríamos decir inmigrantes ilegales. Esta carta llega a su fin. Lo sentimos mucho, pero a medida que os acercáis a Turquía ya no os oímos. Si necesitáis cualquier cosa, podéis contar con nosotros (cuando haya una cámara presente, claro) pero, por favor, no hagáis mucho ruido. Os deseamos un buen viaje de regreso. Sinceramente, Europa.