Es fácil recomendarlo pero difícil lograr el justo grado de prudencia, alejado al mismo tiempo de la despreocupación y del pánico. Porque el respeto y espíritu de colaboración sostenido hasta ahora parece resquebrajarse aunque todavía no ha estallado del todo. Mal casan ciertas recomendaciones y actitudes públicas con la exigida responsabilidad al dirigente. No se entienden esos guantes morados de Celáa el 8 de marzoni tampoco el acto multitudinario de VOX, justo antes de que los casos se disparen en España de un modo que recuerda demasiado a Italia. Pero sería sangrante que los políticos nos ofrecieran encima el espectáculo fratricida de una utilización sectaria de la epidemia en lugar de una colaboración positiva y eficiente.

Tanta paradoja tiene a la gente común llena de sentido común en una situación de perplejidad que no ayuda ni a mantener la calma ni a tener seguridad en el futuro. Se cierran los estadios pero los dirigentes valencianos quieren celebrar las Fallas. En Madrid se manda a los niños a casa pero se mantiene a los profes en los centros con lo que los peques quedan a cargo de los abuelos y esos niños, los mayores transmisores,ponen en peligro al principal grupo de riesgo. ¿Entiende usted eso, querido lector?

Hace unos días, cuando aún reinaba la tranquilidad, reclamaba esta humilde impertinente una mayor coordinación no solo dentro de España sino en el ámbito de la UE. Una está acostumbrada a clamar en el desierto pero indigna que entre tanta vídeoconferencia y tanta testa pensante continúen las incoherencias. En Austria se prohíben concentraciones de más de cien personas, mientras en España son de mil. Durante días hemos estado viendo entrar vuelos italianos sin un solo control en los aeropuertos y ayer de un plumazo se cortan de raíz.

Así que, como el miedo es libre, campa ahora a sus anchas. Mayor generosidad por parte de cada cual está muy bien, pero sobre todo exigencia de un criterio común y de una información transparente que transmita confianza en los autoridades. Eso ayudaría a evitar el pánico. ¿Será mucho pedir?

*Profesora.