No es el más grande ni el más bonito ni seguramente el que mejores expedientes tiene, pero sus ahora destartaladas paredes y sus pistas y gimnasio guardan una historia imborrable de cincuenta y dos fértiles años, mucha ciencia y mucha poesía y competencia, ilusión, dedicación y vocación, esperanza, futuro, horas ingentes de estudio sosegado o activo, trabajo, apertura de horizontes personales, libertad de pensamiento, rebeldía sana y espíritu crítico. Mucha amistad y mucho amor a la enseñanza. Como ocurre en tantísimos centros educativos de nuestra enseñanza pública, abanderados y pulmones culturales de las localidades que los albergan. No es el más grande ni el más bonito aunque en sus aulas se han formado durante cinco décadas varias generaciones de profesionales de todos los ámbitos: médicos, filólogos, políticas, arquitectos, albañiles, jueces, veterinarias, profesores, enfermeros, emprendedores en todos los ámbitos, jardineras, tantas ocupaciones enriquecedoras que me dejo y también algunos premios de fin de carrera. No es el más grande ni el más bonito, pero es mi instituto, el Luis de Morales. Usted lo habrá visto, amigo viajero, si pasa por Arroyo de la Luz, pegado al Pontones, a la entrada del pueblo a la izquierda en dirección Alcántara, ese edificio viejo en cuyas ventanas durante años anidaron las golondrinas.

Hoy si pasa, lo verá, abierto en canal las paredes de la segunda planta demolidas, y el patio inutilizado, usado como almacén o cerrado con vallas y carteles de prohibido el paso, anuncio de riesgos para la integridad física y sanciones si se traspasan. Hace un año que el Centro padece unas obras necesarias y estresantes. Las clases siguieron como era de esperar cuando los trabajos empezaron, pese al ruido, las molestias, el polvo indefectible y la falta de espacio. Nos aguantamos todos, como aguantamos tanto. Mas cuando la pandemia nos devastó y a Arroyo más si cabe, ingenuos creímos que al menos serviría para que las obras avanzaran y en este difícil comienzo que nunca supusimos tan difícil nos encontraríamos si no las obras acabadas al menos avanzadas.

Hoy sabemos que los trabajos acabarán en abril. El día que empezamos nos sorprendió con una demolición a pelo en presencia de alumnos y profesores. Se pidió empezar on line y nos fue denegado. A las autoridades parece interesarles más la obediencia ciega a los planes Celáa que otras prioridades que usted, inteligente lector tendrá obviamente en mente. Esto es lo que está pasando. Obras en un escenario covid grave como todos sabemos y padecemos. Los responsables del despropósito no han hecho los deberes. Y no es la Comunidad escolar.

*Profesora.