WDw esde el primer momento, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, fue consciente de que su victoria en las elecciones de marzo del 2004 había sido posible gracias a un excepcional apoyo de muchos votantes tradicionalmente abstencionistas o proclives a votar a otras fuerzas políticas situadas a la izquierda del Partido Socialista Obrero Español (PSOE). En realidad, aquel 14-M, el Partido Popular (PP) tuvo prácticamente los mismos votos que cuatro años antes le habían dado la mayoría absoluta.

Por ello, y después de constatar el cansancio de la mayoría de los españoles con el estilo y las políticas del expresidente del Gobierno, José María Aznar, los primeros meses de Rodríguez Zapatero en el Palacio de la Moncloa significaron un giro político radical: retirada inmediata de las tropas de Irak, regularización de inmigrantes ilegales, cambio de la reforma educativa, inicio del proceso de paz en el País Vasco, tramitación del Estatut de Cataluña, reforma laboral, reencuentro con Francia y Alemania dentro de la Unión Europea, aprobación de los matrimonios y de las adopciones por parte de homosexuales, autorización de la clonación con finalidades terapéuticas...

La Conferencia Política que ha celebrado el PSOE este fin de semana en Madrid marca el ecuador de esta legislatura y significa el inicio de un largo ciclo electoral que empieza en Cataluña, pasa por las elecciones municipales y autonómicas españolas y acabará con las elecciones generales, muy posiblemente antes de la primavera del 2008.

El discurso de José Luis Rodríguez Zapatero pronunciado ayer y la acción política de su gobierno durante los últimos meses indican que en estos momentos su principal preocupación es ocupar el centro político en España sin dejar de contentar a los sectores situados a la izquierda. Una operación difícil pero posiblemente imprescindible para revalidar y consolidar en las urnas la ventaja aún inestable que le dan las encuestas de cara a los próximos comicios electorales de nuestro país. De ahí su nuevo juego de alianzas en el Congreso de los Diputados, donde ha cambiado el apoyo sistemático de ERC e ICV-IU por acuerdos esporádicos con todos los grupos menos el PP, la moderación de la versión definitiva de la ley de la memoria histórica o el cambio de discurso respecto de la inmigración irregular.

Esta operación se completó ayer, cuando Zapatero diagnosticó --de acuerdo con lo que piensan muchos españoles-- que el PP se ha desplazado a la extrema derecha, situación que le permitiría a él y a su partido una plácida ocupación del centro sin abandonar la izquierda.